—No soy un frijol—, exclamó Cal, con los dientes tratando de atrapar un dedo, aunque carecía de la habilidad para moverse y convertirlo en una amenaza real. Pero eso no le impidió intentarlo, ese pequeño bandido. —¡Déjame eso, Ken!—¡Inténtalo!— Saqué la lengua, cubriendo toda la palma de su mano mi
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