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¿Cuando te has enamorado?

—¿Por qué? ¿Qué paso?

—Una mariposa no podría contra los vientos del mar y caería de bruces en las rocas y se rompería las alas y más. ¿Tú quieres que eso me suceda?

—¿¡No!?

—Entonces sé más ingenioso, y ¡No aprietes tanto mi cintura, con tus manotas!

—Disculpa… así está bien.

—Sí. Continua…

—Serás una gaviota de ojos azules, y plumas blancas a rayas grises y volarás: jugando entre las olas…

—¡Oh sí! (15 minutos después)

—Susurrando al oído de Nalexa, —Bierny, le dijo: hey cariño: ¡Despierta!

—¡Papá! ¿Eres tú?

—No. Soy tu amigo: Bierny.

—Oh, disculpa… me extravié en tu dinámica terapia frente al mar y si qué resultó. Snif. (A Nalexa, de sus ojos, discurrían leves lágrimas…

—¿Pasa algo? ¿Por qué lloras, Nalexa?

—Esto solía hacerlo con papá en los cruceros, cuando me invitaba a acompañarlo, y lo hice por diez largos años… ¿Hasta qué…?

—¿Qué pasó? Ibas a decirme algo…

—Comprendo, no te preocupes ya contarás. Somos amigos: ¿o No?

—Sí. Dame tiempo para tener el valor de decir lo que me aqueja.

—Toma: —le acerca un pañuelo con bordes tejidos a mano, lo hizo su pequeña hermana en la clase de la escuela, aunque lo terminó su mamá y tenía varios colores de hilos, era para reír o en el caso de Nalexa, para que siga llorando.

—¿Qué es? ¿¡Esta…!?

—Mirando a Bierny, con mucha dulzura, —Nalexa dijo—: ¿Me lo regalas?

—Huy, me la pones difícil…

—¿Por qué, acaso es un regalo de tu novia?

—¡No! Lo hizo mi hermana y mi mamá.

—Entonces toma, mejor guárdalo tú.

—De verás ¿Te agradó este pañuelo?

—Sí. Mi madre solía hacérmelos así… y ya no más. Snif. Snif

Nalexa, volvió a llorar, por lo que Bierny, le volvió a dar el pintoresco pañuelo y esta vez, Nalexa se lo quedó para siempre.

—Volvieron a hacer la terapia marina cada una hora, hasta que les llegó las 4 pm. —Y sucedió un imprevisto aterrador…

—Se estacionaban, varias carrozas funerarias, al filo de la Plaza Graú, prácticamente, fueron 5, luego 10 y otras tantas carrozas daban vueltas en círculos buscando un espacio libre… estas visitas imprevistas a las playas, duraban por la cantidad de carrozas funerarias, entre 15 a 20 minutos; luego nos enteramos se daban cada día y era ya un tema común venir al Malecón Grau y ver desgarradoras escenas de dolor.

—¿Qué lo causó? ¿Por qué venían a la playa?

—Espera, Bierny, dijo, Nalexa, ya veo, que hacen. ¡Oh my god!

—Están arrojando desde un jarrón, polvo de… ¿muertos?

—Me desmayo (tuvo que ser sostenida por Bierny)

—Minutos, más tardes, reaccionó, ya que alguien se acercó y le hizo oler alcohol —muy usado en estos tiempos pandémicos—: Bierny la tenía entre sus brazos…

Ella abrió los ojos y fijó su mirada en Bierny, por varios minutos. —ahora ella era la que se extravió extasiada por la mirada tierna y segura de Bierny.

—Bierny, instintivamente besó su frente en señal de alivio y por que logró reaccionar de su breve desmayo. Y le dijo—:

—¿¡Estas bien!?

Ella, cambio su mirada, —un poco pícara le dijo—: Entre tus brazos me siento mejor. Gracias por cuidar de mí. Ahora por favor vámonos de aquí. Creo que, por ahora, ya no quiero volver a este lugar… al menos no, en este horario.

—Está bien. Comprendo… este aire ya no es agradable respirar, y por respeto a los presentes, vámonos.

—Te llevo a tu residencia. —Pregunto, Bierny.

—Si, por favor. Vamos en un taxi, ya no siento mis piernas… y por favor no me sueltes, ni dejes de abrazarme. Te lo ruego. —rogó, Nalexa.

A Nalexa, se le bajó la presión; por lo que vio hacer a los familiares: ‘arrojaban al viento las cenizas de sus padres, de sus hijos… de un amigo talvez. El problema para Nalexa, es que así sucedió con su mamá.

—Llegados a la residencia y aunque estaba prohibido subir desconocidos a las habitaciones universitarias; a Bierny se le permitió subir pues era el casero conocido de casi todos los estudiantes.

—La recostó en el sofá y en silencio la acompaño hasta altas hora de la noche… de pronto, llegó la amiga de cuarto de Nalexa, y recién Bierny, pudo despedirse de Nalexa y prometió regresar, previa llamada de Nalexa.

Amigo lector: ¿Será amor a primera vista? ¿O Amistad en la primera visita? Esto es, propio del mes de febrero. San Valentín tiene sus variables. ¿Quieres contarnos como te sucedió con tu pareja?

Nalexa y Bierny: Optaron por volver otra vez con la salvedad de no quedarse hasta esas horas con el fin de no volver a espectar las escenas del día anterior.

Y también consideraron, tomar otros caminos de regreso a la residencia. Bierny tuvo un mal presentimiento. pero Nalexa ‘cual inocente turista de ciudad’, insistió en seguir otros caminos de regreso…

Siguieron por las playas, abrazados, viendo el vuelo de gaviotas, pelícanos y otras aves, —incluso por las románticas, ‘a nivel Becquer: golondrinas que vieron volar’; aun en verano, esto: ¿Cuando te has enamorado?

No caminaron, ni quince minutos, cuando de los enrocados de la playa salió un joven todo desaliñado y tenía los ojos llenos de sendas arterias muy pronunciadas, diríamos: ojos rojos o de endemoniado; estos lugares de la zona de Miramar Bajo, junto a la playa, eran frecuentados por drogadictos y mujeres del malvivir… —la otra cara de la moneda del turismo de costa, hacemos hincapié que si en las costas de nuestras ciudades no hay árboles, pero si encontramos contaminación y contaminadores, esto lo produjo los afluentes industriales que se arrojan al mar, a pesar de un gran tubo que arrojaba los desechos a mar adentro, las corrientes marinas atraían a las playas los residuos y esto producía la erosión y por ende apertura a la miseria y los huecos de drogadictos—. En fin, el joven, portaba una radio, que emitía una señal de música tropical.

—Hey, tú.

—Bierny, evitó mirar al personaje, aun sabiendo que se dirigía a él.

—Si tú, no me vas a mirar ¡Ah!

—O sea, tú te crees superior a mí.

—Por eso te doy asco ¿Y no me dirás con tu mirada? “¡Sos un perdedor!

—No es así, atinó a responder: Bierny.

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