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Ma Femme, Ma Secrétaire

Ma Femme, Ma Secrétaire

********* « Es-tu vraiment venu ici pour me dire que tu étais avec une autre femme avec laquelle tu as couché et que tu as mise enceinte ? » « Quoi ? » C’est Timothée qui parle, sa voix laisse transparaître son choc alors que son regard passe de moi à Kaïs. Le regard habituellement impassible de Kaïs reste le même, comme s’il n’était pas affecté par mes paroles et la douleur qu’il m’a causée. « Ne faisons pas ça ici, Lucie. Tu sais que je ne peux pas simplement la laisser. » Je ricane. « Je ne t’en ai jamais empêché. Tu sais quoi ? Tu n’aurais jamais dû venir ici. Tu aurais dû rester avec elle puisque c’est là où se trouve ta loyauté maintenant et que je ne suis plus dans le jeu. » Kaïs fronce les sourcils, s’approche et m’intimide un peu avec sa taille et son imposante carrure : « Qu’est-ce que cela veut dire ? Tu es ma femme. » « Ex-femme, » je dis ces mots sans même y réfléchir. Je n’ai pas pensé à tout ça mais je m’en moque car tout mon être semble être d’accord sur le fait que c’est le mieux pour moi. « Je veux un divorce, Kaïs. » Ses yeux s’écarquillent, incapables de contenir le choc face à mes paroles, et je suis fière de moi, d’avoir finalement obtenu une réaction qui n’est ni de la colère ni de la froideur. « Les papiers de divorce et ma démission te parviendront bientôt. » J’ajoute avant qu’il ne puisse se remettre de son choc, et je n’attends pas qu’il réponde tandis que je me tourne vers Timothée, qui est tout aussi stupéfait. « Ramène-moi chez moi, Timothée. »
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Hija del Olvido

Hija del Olvido

Cuando la hija de la mujer que invadió mi hogar se encerró a sí misma en su auto para hacer uno de sus shows y después echarme la culpa, mi papá, lleno de furia, me ató y me encerró en el maletero también. Me miró con desprecio y dijo: —¿Cómo te atreves a intentar matar a alguien? Alguien como tú no puede ser mi hija. Rogué a gritos, admití mi culpa y le supliqué que me dejara salir, pero solo recibí ordenes sin compasión: —¡Quédate aquí y reflexiona! ¡No saldrás hasta que te arrodilles y pidas perdón! El auto quedó olvidado estacionado en el garaje, y por más que grité pidiendo ayuda, nadie podía escucharme. Siete días después, mi padre se acordó de que tenía una hija y decidió liberarme. Pero no sabía qué hacía tiempo había muerto dentro de ese maletero...
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Justicia de una Madre: Venganza y Poder

Justicia de una Madre: Venganza y Poder

Se iba a celebrar el día de la familia en el Jardín Infantil Estrellitas, al que van mis hijos. Mi esposo, Mateo, nos dijo a mi hija y a mí que le era imposible ir por asuntos de trabajo. Además, también nos dijo que nosotros tampoco fuéramos, por alguna razón. Pude haber cedido, pero cuando vi la cara de completa decepción de mi hija, Lilia, se me rompió el corazón. Aunque él no fuera, decidí llevar a mi hija y acompañarla. Apenas entramos al jardín de niños, vi a Mateo, sosteniendo a un niño en su hombro, mientras con la otra mano agarraba a su amiga de la infancia, Renata. Parecían una verdadera familia: los tres juntos, charlando y riendo, en completa armonía. Solo cuando nos vio a mí y a Lilia, Mateo soltó la mano de Renata. —Selena, por favor, lo malinterpretes —dijo él. —Renata está criando a su hijo sola, no la tiene fácil. Hoy es el cumpleaños número cinco del niño y quería que sintiera lo que es tener una figura paterna. Solo con mi mirada le dije todo lo que tenía que decir. Me agaché y tomé la pequeña mano de mi hija. —Cariño, dile hola al tío Mateo.
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Lágrimas de Cenizas

Lágrimas de Cenizas

Mis padres, reconocidos filántropos y las personas más ricas del país, siempre fueron generosos con todo el mundo, pero conmigo las reglas eran diferentes. Como su hija, cualquier gasto que superara un dólar requería su autorización. El día en que me diagnosticaron cáncer terminal, reuní el valor para pedirles quince dólares. Su respuesta no fue ayudarme, sino un sermón interminable de tres horas. —Eres joven, ¿qué clase de enfermedad podrías tener? Ni siquiera te tomaste la molestia de inventar una excusa mejor para pedir dinero —me dijo mi padre, con el desprecio grabado en cada palabra. —¿Tienes idea de cuánto tiempo podrían sobrevivir los niños de las zonas más pobres con quince dólares? Tu hermana menor tiene más sentido común que tú —agregó mi madre con frialdad. Con el cuerpo agotado y el alma hecha pedazos, salí de aquella casa. Caminé varios kilómetros de regreso al almacén abandonado, sintiendo el peso de cada paso. Al pasar frente a un centro comercial, una pantalla gigante mostraba la última noticia: mis padres alquilaba un parque de diversiones entero por una suma exorbitante, solo para complacer a mi hermana adoptiva. Las lágrimas que había contenido durante tanto tiempo rompieron la barrera del orgullo y comenzaron a brotar sin control. 15 dólares, ni siquiera alcanzaba para una sesión de quimioterapia. Solo quería comprar un vestido nuevo para despedirme de esta vida con dignidad.
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Cuenta regresiva al adiós

Cuenta regresiva al adiós

Todo comenzó cuando mi esposo Carlos Rivera tomó una decisión que me abrió los ojos. Mientras yo estaba atrapada en un elevador sufriendo un ataque de claustrofobia, él prefirió llevarle medicinas para el resfriado a su asistente. Ese fue el momento en que decidí divorciarme. Cuando le presenté los papeles del divorcio, Carlos los firmó entre risas, comentándole con arrogancia a su amigo: —Solo está haciendo un berrinche. Sus padres ya fallecieron, es imposible que realmente se divorcie de mí. —Además —continuó—, el periodo de reflexión para el divorcio es de treinta días, ¿no? Si se arrepiente y yo, magnánimamente, decido no tenerlo en cuenta, seguro regresará. Al día siguiente, publicó una foto con su asistente como pareja, escribiendo: "Documentando cada uno de tus adorables momentos." Fui contando los días. Tranquilamente empaqué todas mis cosas y realicé una llamada. —Tío, ayúdame a comprar un boleto de avión a Nueva York.
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Amores rotos y joyas de traición

Amores rotos y joyas de traición

Tres días después de dar a luz, mi esposo me dijo que tenía que ir de viaje por trabajo de emergencia y no podía quedarse conmigo. Me dejó sola cuidando al bebé. Tres días después, apenas llegué a casa del hospital, su "amiga de la infancia" publicó una descarada foto familiar en sus redes sociales con el siguiente texto: «De viaje, una familia unida y feliz.» Miré atónita la foto, él sonreía de oreja a oreja. Comenté con una simple interrogación Mi esposo me llamó de inmediato: —¡Qué exagerada eres! Es una madre soltera muy desafortunada sin un hombre que la cuide. Solo la acompañé a tomar una foto sencilla, ¿por qué tienes que ser tan celosa? Al atardecer, su querida "amiga" publicó otra imagen, mostrando unas joyas lujosas: —Después de la foto familiar, él me regaló este set de joyería que vale millones. Sabía perfectamente que mi esposo se las había comprado para que no se enojara por mi comentario. Pero esta vez, ya no pensaba perdonarlo. Decidí que me divorciaría con él.
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