Kabanata 25 El Filibusterismo

CAMILA BLYTHE ASHFORD: 25 years old. The ex-wife of Sylvester. The female main protagonist. Camila is tall and has a pair of sexy legs that can lure any man’s eyes. Pointed nose, deep blue eyes, and pouty red kissable lips that give justice to her perfectly shaped face. Her thick eyelashes and deep blue eyes are her assets. She chose to divorced her husband because it was the best thing to do back then. She left the country without telling her husband Sylvester that they will be having a baby. SYLVESTER RAIN WEST: 6’6’’ tall, trim build, jet black hair, strong jaw. Romanesque nose, very manly, dark, sexy, and muscular. His eyes are as black as the raven adorned with a pair of long eyelashes and thick eyebrows. 26 years old. Male protagonist. His a famous engineer in the country. After Camila left, his world go upside down. Soon, he found out that all of his beliefs were all lies. Will their paths cross? Will Sylvester find out that he has a daughter?

Eowyn, berumur 25 tahun dan sangat mencintai kekasihnya, Nathan.Umur mereka terpaut lima tahun. Saat ini Nathan berumur 30 tahun. Eowyn bekerja di sebuah perusahaan raksasa yang bergerak dibidang migas, sebagai seorang sekretaris. Sedangkan Nathan saat ini sangat menikmati puncak karirnya sebagai seorang pengusaha tekstil yang sukses. Mereka menjalin hubungan toxic yang sudah berjalan tiga tahun lamanya. Nathan selalu memperlakukan Eowyn dengan seenaknya, mengintimidasi dan sering kali membuat dirinya merasa bersalah tanpa sebab. Nathan merupakan seorang pria yang tak bisa hanya setia pada satu wanita. Sudah beberapa kali Eowyn mendapati kenyataan kekasihnya itu bermain mata dengan perempuan lain di belakangnya. Haruskah Eowyn terus bertahan? Sanggupkah ia terus menerus menahan rasa sakit di hatinya saat cinta tulusnya diterpa cobaan bertubi-tubi? Sedangkan ada pria lain yang selama ini diam-diam menaruh hati padanya tapi tak memiliki keberanian untuk mengutarakannya.

KETIKA ADAT DAN CINTA TAK SELARAS Reyhan Mahendra adalah seorang CEO muda di sebuah perusahaan ternama di Bandung. Karena fokus dengan karir, ia masih melajang hingga usianya kini menginjak 28 tahun. Namun, belakangan ini hati Reyhan bergetar oleh seorang gadis manis asal Surabaya. Gina Agustya Mahanani. Seorang gadis 25 tahun yang 2 tahun ini telah menjadi sekertarisnya. Reyhan benar-benar jatuh hati pada sekertarisnya itu. Kisah cinta mereka tak seperti kisah dongeng manis anak-anak. Perjalanan cinta keduanya tak mudah. Reyhan adalah orang Sunda, sementara Gina adalah orang Jawa. Mitos kedua suku ini dilarang menikah masih dipercaya kuat hingga zaman modern. Kedua orang tua mereka pun masih mempercayai mitos tersebut. Apakah keduanya berhasil mematahkan mitos itu? Bagaimana akhir dari kisah cinta pak CEO dan mbak sekertaris? Yuk, saksikan kisah perjuangan mereka jatuh bangun kejar restu!

Gabrial Daffa Dirgantara, atau biasa dipanggil Gaga, pria berusia 27 tahun itu tiba-tiba harus menikahi wanita pilihan Mommynya, Elena Karenina, wanita berusia 25 tahun, merupakan model cantik dan anak dari sahabat Mommynya Gaga. Padahal Gaga sendiri sudah memiliki kekasih, yaitu sekretarisnya sendiri bernama Beryl Jovanka. Demi kesehatan Mommnya, akhirnya Gaga menikahi Elena, namun pernikahan itu rupanya hanyalah pernikahan diatas kertas. Baik Gaga maupun Elena sepakat mereka habya menikah demi membahagiakan kedua orang tua mereka, dan saling tidak peduli dengan urusan masing-masing. Gaga masih tetap melanjutkan hubungannya dengan Beryl, sedangkan Elena rupanya selama ini juga sudah memiliki kekasih yang tidak lain adalah bagian staf keuangan di kantor Gaga, dan keduanya memiliki niatan tidak baik. Apa niatan tidak baik Elena dengan kekasihnya? Lalu bagaimana hubungan Gaga dengan sekretarisnya? Dan bagaimana kisah asmara segi empat diantara mereka selanjutnya?

En el octavo año de salir con Julián, Yanet fue hospitalizada por una enfermedad. El día que salió del hospital, accidentalmente escuchó en el pasillo la conversación de Julián con su hermana. —¿Julián, te volviste loco? ¿De verdad le diste la médula ósea de Yanet a Sofía sin que ella se enterara? Sabías claramente que la salud de Yanet no es buena, ¿y la engañaste diciéndole que era enfermedad estomacal para que corriera este riesgo? Sofía era la pequeña amiga de la infancia que Julián había querido por muchos años. Yanet no lloró ni hizo escándalo, llamó a sus padres que estaban en el extranjero y aceptó el matrimonio arreglado con la familia Luna...

Mi hermana, María Sánchez, que siempre despreciaba la escuela, de pronto quiso presentar el examen para la universidad y les pidió a mis papás que me casaran con el hijo de un alto mando militar; a cambio, el general pondría el dinero para su carrera, un “apoyo” disfrazado de arreglo. Entonces supe que ella también había renacido. En la vida pasada, a María los libros le daban flojera: salió de la prepa y se casó con el hijo del comandante de zona, con un arreglo generoso de por medio. Luego a Bruno lo cambiaron a la frontera norte, a una Zona Militar pegada a nogales; a ella le repugnó el entorno y se negó a irse con la tropa. Yo, en cambio, terminé la universidad a puro trabajo y ahorro, entré a una dependencia pública con plaza base y me volví, por fin, capitalina de verdad. Ya metida en la vida castrense, María empezó a cobrar mordidas usando el nombre del suegro general. Lo metió en broncas con los de arriba; la Contraloría de la Militar lo bajó de puesto sin miramientos y, al final, la suegra la corrió de la casa. Tras el divorcio, la engancharon con una “asesoría” para invertir en la Bolsa de Valores; vino el desplome y quemó los ahorros de jubilación de mis papás. Sin salida, se me pegó y, cuchillo en mano, me obligó a entregarle mis ahorros y mi casa “para levantarse otra vez”. En el jaloneo me dio doce puñaladas. Me desangré. Cuando abrí los ojos otra vez, estaba de vuelta al principio: mi hermana les pedía a mis papás que me casaran con Bruno. Yo acepté encantada y me di de baja de la prepa de inmediato.

Lo primero que hice al regresar a la gala para elegir esposa fue intercambiar en secreto mi tarjeta numerada de candidata por la de mi hermana adoptiva. Cuando Fernando Romero tomó el ramo con el número de Lucía Benítez, se le desbordó la alegría en los ojos. Le sostuvo la mano y, solemne, le juró una vida entera. —Lucía, serás la única mujer de mi vida. Luego se volvió hacia mí y, de golpe, se le heló la mirada. —Siempre te vi como a una hermana. No intentes ocupar el lugar de Lucía. Aquel aviso frío me atravesó el pecho. Las habladurías me devoraron otra vez, igual que en mi vida pasada. Todos se burlaban de mí, la “arrastrada” de Fernando. Diez años detrás de él con el corazón en la mano… y el hombre terminó enamorado de la supuesta heredera, mi hermana adoptiva.

Con tal de salir con su asistente en Navidad, mi esposo puso somníferos en la leche en polvo de nuestra hija. Cuando, angustiada, llevé como pude al hospital con fiebre alta, me sorprendió ver cómo mi esposo subía las escaleras con su asistente en brazos. —¡Yolanda se torció el pie, la estoy acompañando a que la revisen! Mientras nuestra hija era atendida en el quirófano, él no mostró el más mínimo interés. Yo apretaba con fuerza el billete de lotería de un millón de dólares en el bolsillo. Era hora de abandonar ese matrimonio de siete años.

Mi esposo, Alejandro Ruiz, cayó del tercer piso, no solo se rompió las dos piernas, sino que también se lastimó en su parte íntima. Y yo, lejos de preocuparme, lo llevé al hospital más alejado. Todo se remontaba a mi vida anterior: Alejandro se había lastimado a propósito con tal de que su amiga de la infancia, Sofía López, quien realizaba sus prácticas en el hospital, pudiera acumular suficiente experiencia práctica y consolidar su puesto. Para lograrlo, eligió lanzarse desde el tercer piso. Luego, deliberadamente evitó el hospital más cercano y me obligó a conducir tres mil kilómetros para que Sofía lo atendiera. Al considerar que ella solo era una estudiante que había entrado al hospital por contactos y no tenía las credenciales para operar, rechacé su propuesta. Pero él me abofeteó con fuerza y dijo: —¡Solo quiero usar mis heridas para ayudarla! ¿Acaso no tienes ni un poco de empatía? Ante su terquedad, temí que el retraso arruinara sus piernas para siempre. Llamé a su madre para convencerlo. Sin embargo, Sofía, al no obtener el puesto, avergonzada y llena de rabia, se suicidó saltando en el hospital. Alejandro, gracias a la atención oportuna, salvó sus piernas. Pero el día del alta, cuando fui a recogerlo con alegría, él me atropelló con el auto, matándome en el acto. Antes de morir, le cuestioné con rabia, pero él me miró con desdén: —Si no hubieras impedido que ayudara a Sofía, ¡ella no habría muerto! Al abrir los ojos de nuevo, me encontré de vuelta en el día en que mi esposo se rompió las piernas.

La noche que le declaré mi amor, mi novia no podía parar de llorar. Decía algo sobre haber visto el futuro y que necesitaba que hiciéramos un pacto. —¿Por qué? —le pregunté. Ella respondió: —No recuerdo bien, solo sé que en el futuro me arrepiento mucho. —Rafael, pase lo que pase en el futuro, ¿me prometes que me darás tres oportunidades? ¿Sí? Claro que se lo prometí. La amaba profundamente. Pero con el tiempo, ella pareció olvidar por completo aquella promesa. Hasta que la vi meterse con su asistente y entonces empecé a entenderlo. En el momento exacto en que firmé los papeles del divorcio, una voz conocida resonó en mi mente. Era la Lorena de diecinueve años. Lloraba, suplicando: —Rafael, me lo prometiste que me darías tres oportunidades. ¿Verdad?