บททั้งหมดของ El Regreso de su Amor: Millones en Cenizas: บทที่ 11 - บทที่ 20

Natalia escuchó las palabras de Santiago y ardió de rabia. ¡Si no hubiera tenido aquel accidente hace tres años, esa boda nunca se habría realizado! Y sobre todo, ¿cómo podía permitir que s hombre amara a Julia?Fingió desmayarse, dejándose caer sobre Santiago.Él la sostuvo; no podía permitir que algo le sucediera al bebé...—Santiago... no tengo fuerzas, me duelen las piernas, también la espalda, ¿podrías llevarme de vuelta a la cama...?Santiago sabía perfectamente que la mujer quería mostrarle a Julia que esas marcas en su cuello habían sido hechas por él, pero no tuvo más remedio que llevarla de regreso a su habitación.—Natalia, no te excedas.Dicho esto, la dejó y se dirigió de vuelta con Julia.—¡Si te vas, no tendré este bebé!Natalia estaba furiosa. ¿Con qué derecho Santiago la trataba así?¿De qué manera ella era menos que Julia?¿Por qué Julia, con solo unas recetas médicas, se había convertido en la señora Rivera?Mientras ella, por culpa de él llevaba el hijo de otro homb

Julia permaneció impasible.Entre pequeños ruidos, escuchó al hombre sorber la sopa. Luego, sintió una enorme cara acercándose a la suya. Abrió los ojos y, al darse cuenta de las intenciones del hombre, extendió la mano y empujó a Santiago.Santiago tragó la sopa que tenía en la boca: —Estar enojada conmigo no justifica que pases hambre. ¿Vas a comer por tu cuenta o prefieres que te dé de comer ?Julia temblaba de rabia.Su fuerza nunca había sido comparable a la de Santiago, y menos ahora en su estado debilitado. Podría incluso causarse una nueva lesión.Abrió la boca y tomó la pajita para beber.Con cada sorbo, la opresión en su pecho aumentabaSi este hombre simplemente dejara de preocuparse por ella, quizás le resultaría más llevadero.Pero era esta actitud de lenta tortura lo que la mantenía en un constante estado de angustia.Después de terminar la sopa, Santiago recogió la basura y se acostó en el sofá con una manta delgada.Compartir habitación con él en estas circunstancias so

Santiago abrió la puerta de la habitación vestido con un abrigo a cuadros. Bloqueando la entrada, agarró la silla de ruedas y arrastró a Julia hacia dentro, cerrando la puerta y dejando a Emma afuera.Emma se quedó boquiabierta en el pasillo, pensando que la había ofendido.Julia se quedó sorprendida mirando al hombre: —¿Qué es lo que haces aquí?Su tono mostraba desdén, como si la presencia de Santiago le fastidiara.—¿A quién esperabas? Julia, aún no estamos divorciados ¿y ya estás buscando reemplazo? —Santiago se inclinó frente a Julia, sus manos aferrando con fuerza las manijas de la silla, acorralándola.Esta posición atrapaba a Julia entre el hombre y la silla, como si estuviera en sus brazos...El aliento cálido mezclado con la fragancia de tabaco la envolvió. Julia, que no soportaba el olor a cigarro, giró con rapidez la cara: —¿No habías dicho que Tomás vendría con los papeles del divorcio?Silencio. Sin respuesta, pero el hombre no cambió su postura.No supo cuánto tiempo per

El párpado de Julia comenzó a temblar.Las desgracias nunca vienen solas.Mientras el divorcio con Santiago seguía estancado, los Castro ahora causaban problemas.Corporación Infinitum era la empresa que su madre había construido desde cero, pasando de una simple productora de perfumes hasta convertirse en uno de los gigantes de la industria cosmética nacional, salvando a los Castro de la bancarrota. Todo gracias al incansable esfuerzo de su madre.Debido al exceso de trabajo, su madre había fallecido repentinamente de un ataque cardíaco hace tres años sin dejar testamento alguno, por lo que ella y su padre, Leonardo Castro, heredaron cada uno el 30% de las acciones según la ley.Leonardo pasó de ser un "amo de casa" desconocido a convertirse en presidente del grupo.Cuando Julia se asoció con Emma en su bufete de abogados, el departamento legal de Infinitum quedó bajo su responsabilidad, permitiéndole de esta manera supervisar las operaciones de la empresa y proteger las fórmulas excl

—¡Sáquenla de aquí! —ordenó Julia a los guardaespaldas, sin molestarse en gastar saliva con la hija de la amante que ni siquiera merecía estar ahí.—¡Papá! —Paula se apresuró a esconderse detrás de Leonardo, golpeándose con el borde de la mesa. Sin importarle el dolor y aprovechando la protección de su padre, continuó insultando—: Julia, ¡toda la familia Castro lo sabe, solo ustedes dos se niegan a admitirlo! ¡Fue tu madre quien jugó sucio, se metió a la fuerza y arruinó la vida de mis padres!Julia miró de reojo a Leonardo.Él no dio ninguna explicación al respecto, a pesar de que en su momento había sido él quien persiguió activamente a su madre, esforzándose al máximo para ganarse su corazón, ¡y en solo tres años podía invertir la historia!En ese momento, Leonardo estaba furioso, no porque Paula llamara amante a su esposa legítima, sino por la expresión chantajista de Julia, que le repugnaba por completo.—Paula, no te pongas triste, eres la princesita más querida de papá y mamá, l