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El jade rojo: El ritual a la adultez

El jade rojo: El ritual a la adultez

By:  AyuCompleted
Language: Spanish
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No había hombres adultos en mi pueblo. Cuando las chicas cumplían 18 años, se celebraba un ritual a la adultez colectiva en el templo. Adolescentes con vestimenta tradicional hacían cola para entrar en el templo y salían con expresiones de sufrimiento y placer. Melinda cumplía 18 años, pero, qué raro, la abuela no la dejaba asistir. Se coló en el templo de noche y salió con aire casada, no podía ni andar firmemente, además de que se veía sangre goteando entre sus piernas.

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Chapter 1

Capítulo 1

Mi pueblo estaba situado en lo profundo de las montañas y contaba con mina de jade rojo.

Se rumoreaba que si alguien dormía mucho en la cama hecha entera de jade rojo, podía conservar la juventud para siempre.

El jade rojo era difícil de encontrar y aún más difícil de extraer, así que mi pueblo era rico.

Sin embargo, todo el pueblo estaba lleno de mujeres, no había hombres.

Tenía dos hermanas mayor, y habría tenido tres hermanos, pero los mataron nada más nacer.

Una vez vi la ejecución de un bebé por el clan, en la que el recién nacido fue amortiguado y no se le permitió emitir ni un solo llanto.

—Los hombres son viles por naturaleza, y si sus gritos enojan a los dioses de la montaña, ¡el clan estará acabado!

Cuando llegaban al estanque profundo de la parte trasera de la montaña, lo arrojaban allí, y el bebé no pudo agitar más que unos segundos sus brazos antes de hundirse.

Asomé la cabeza para mirar hacia el fondo, el gran estanco había acumulado cráneos flotantes durante años y años, tanto que estos estaban casi irreconocibles por estar podridos.

Mi abuela era la matriarca del pueblo, a cargo de todos los asuntos, y nadie se atrevía nunca a desobedecer sus órdenes.

Melinda Heredia, mi hermana mayor, tenía dieciocho años y pronto celebrará su ritual a la adultez.

Pero la abuela, que siempre la había mimado, no le permitió participar, incluso la abofeteó cuando rogó por ir.

—¡Cómo te atreves a ir en contra de mí! ¡Cuando digo que no, quiero decir que no!

La abuela tenía noventa y nueve años, pero su fuerza era tan grande que a Melinda pronto se le hinchó la cara.

Al ver los ojos enrojecidos de su querida nieta, la abuela suspiró, tocó la suave piel de la cara de Melinda y le dijo: —Lo hago por tu bien, no podrás ser matriarca si participas en el ritual a la adultez.

Melinda agitó el brazo de la abuela encantada y dijo: —¿Me voy a convertir en matriarca?

La abuela rio sin decir palabra, un par de manos secas tocando los brazos blancos de Melinda, sus ojos supuestamente turbios estaban brillando.

Las adolescentes con vestimenta tradicional hacían cola para entrar en el templo y salían con la cara roja y tímida, muchas de ellas temblando mientras caminaban.

Melinda tiró de Sara, que acababa de salir, y le preguntó qué era exactamente el ritual a la adultez.

¿Cómo era que todas salieron con una expresión de sufrimiento y placer.

Sara se sonrojó, su voz tembló con un poco de coquetería de mujer madura, queriendo revelarle el secreto a Melinda, y como si recordara algo, sonrió misteriosamente y solo dijo: —Nada, solo haciendo algo placentero.

En mitad de la noche, Melinda me hizo levantarme para que le cubriera las espaldas, iba a escabullirse al templo para averiguar qué estaba pasando.

—Pero, Melinda, la abuela dijo que eres tú quien va a ser la matriarca, y no puedes entrar en el templo para asistir al ritual a la adultez.

Melinda me pellizcó la muñeca y dijo: —Eres la única que lo sabe, y si la abuela se entera, tú eres la chivata.

—¿Por qué no puedo participar en el ritual a la adultez? La abuela no quiere que me lo pase bien.

Los ojos de Melinda brillaban de expectación, como si ya supiera lo que había en el templo.

La noche era tan silenciosa que la llama de la vela del templo parpadeaba con el viento.

Me escondí entre las sombras, matando los mosquitos, y los sonidos resonó en la oscura noche.

¿Eh? No, el sonido parecía venir del templo.

Junto con él llegó la voz entrecortada de Melinda.

—¡Melinda! ¡¿Estás bien?!

Pensé que a Melinda le había pasado algo y empujé la puerta para entrar, solo para encontrarme con que la habían cerrado desde dentro.

—Es... estoy bien...

Melinda arrastraba cada palabra, sonaba más aguda que el piar de una cigarra de verano.

El ruido en el interior era cada vez más fuerte y no me sentía tranquila, así que trepé por la ventana para asegurarme de que Melinda estaba a salvo.

Pero las ventanas estaban tan altas que incluso si te ponías de puntillas sobre la cornisa no podías ver el panorama en el templo, solo se podía ver vagamente que había cuatro cadenas atadas a cada uno de los cuatro pilares, y que algo debía estar atado al suelo, y las cadenas temblaban violentamente.

Melinda estaba sentada en ropa interior, con su suave espalda subiendo y bajando con regularidad.
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Capítulo 1
Mi pueblo estaba situado en lo profundo de las montañas y contaba con mina de jade rojo.Se rumoreaba que si alguien dormía mucho en la cama hecha entera de jade rojo, podía conservar la juventud para siempre.El jade rojo era difícil de encontrar y aún más difícil de extraer, así que mi pueblo era rico.Sin embargo, todo el pueblo estaba lleno de mujeres, no había hombres.Tenía dos hermanas mayor, y habría tenido tres hermanos, pero los mataron nada más nacer.Una vez vi la ejecución de un bebé por el clan, en la que el recién nacido fue amortiguado y no se le permitió emitir ni un solo llanto.—Los hombres son viles por naturaleza, y si sus gritos enojan a los dioses de la montaña, ¡el clan estará acabado!Cuando llegaban al estanque profundo de la parte trasera de la montaña, lo arrojaban allí, y el bebé no pudo agitar más que unos segundos sus brazos antes de hundirse.Asomé la cabeza para mirar hacia el fondo, el gran estanco había acumulado cráneos flotantes durante años y años,
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Capítulo 2
Me esforcé por pasar por la cornisa para ver mejor, pero se me resbaló la mano, caí y me torcí el pie.Insté a Melinda a que se diera prisa en volver, y ella respondió «Ya salgo», pero tardó otra hora entera en salir.Estaba apoyada en la pared frotándome el tobillo cuando salió.—Fiona, ayúdame. —Melinda jadeaba, como si la acabaran de sacar del agua, y todo su cuerpo pendía sobre mí.Cuando Melinda saltaba por el muro, sin querer, levanté la vista y me sorprendió verla sin bragas.Le pregunté qué había dentro del templo, ella parecía tímida y tartamudeó un buen rato solo para soltar: —No te rías, ya lo sabrás cuando te toque.Jum, si no me lo decía, iré yo misma.Me excusé por un dolor de estómago y me escabullí de vuelta al templo.Pero encontré a la abuela dirigiendo a un grupo de personas para que sacaran cosas de dentro.El grueso papel sulfurizado encvolvía una camilla que dos personas cargaban.Alguien resbaló accidentalmente por los escalones, y el papel sulfurizado quedó raya
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Capítulo 3
La persona que yacía allí era irreconocible, llena de sangre, con la piel arrancada en su totalidad, y ni siquiera se podía decir si era un hombre o una mujer.Si no fuera porque los colmillos eran tan evidentes, sería imposible reconocerla como Melinda.No les creía cuando dijeron que a mi hermana la mató un animal salvaje.La bestia solo desgarraba, y no había ni una sola herida superflua en el cuerpo de mi hermana.—¿Quién dice que Melinda fue mordida por un animal salvaje? Ella...Mis ojos se abrieron de par en par en cuanto vi bien a mi abuela.Era increíble lo radiante que estaba la piel de la abuela.Tenía un pequeño lunar negro en un lado de la nariz y, aunque era tan claro que casi se confundía con las manchas de la edad de su cara, lo distinguí a simple vista.Melinda tenía un lunar negro en el mismo lugar de la nariz, un poco más pequeño y oscuro que este.En ese momento la abuela también me miraba, débilmente, pero yo estaba demasiado asustada para moverme.Tragué saliva, i
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Capítulo 4
Era la voz de mi madre.—¿No te acuerdas? Te hablé de esto hace mucho tiempo, ¿acaso ahora te da pena?La voz de la abuela no estaba enfadada, pero intimidó a mamá para que no dijera ni una palabra más.¿Qué le iban a hacer a Melinda?Vi que estaban a punto de entrar en el funeral y, con las prisas, me metí debajo del ataúd.La abuela miró a su alrededor y preguntó a mi madre: —¿Has oído algo?Mi madre se abrazó con miedo al brazo de mi abuela y dijo con voz temblorosa: —¿No será Melinda?—Se rumorea que si uno muere injus...Antes de que pudiera terminar la frase, la abuela la abofeteó: —¡De qué estás hablando! Melinda tiene la suerte de contribuir a nuestro pueblo.—Pero Melinda es mi hija después de todo. —Mi madre lloraba, sujetándose la cara roja e hinchada.La abuela se congeló durante una fracción de segundo, coloreada con algunas expresiones de dolor, dijo: —¿Acaso no estoy triste de que Melinda haya muerto?—Bueno, vamos a hacerlo mientras no haya nadie más alrededor.Diciendo
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Capítulo 5
Laura no se divirtió mucho tiempo, porque la abuela vino al templo.—Laura, ¿qué estás haciendo?La abuela estaba en plena forma y levantó a Laura del hombre en cuanto pudo.Con el pelo agarrado por las manos de la abuela, Laura se vio obligada a inclinar la cabeza hacia atrás para mirarla.Con el rostro enrojecido, se defendió sin dudarlo, agarrando la mejilla de su abuela y casi arrancándosela entera.La abuela siseó de dolor.—Ja, ja, ja, ja, ja, abuela, ¿no nos querías mucho?—¡Cómo es que no nos contaste que hay hombres en el templo, dejándote disfrutar sola!La abuela estaba furiosa y quería pegar a Laura.Esta no tenía ninguna prisa por escapar, tranquilamente sacó un cuchillo y lo colocó en el cuello del hombre, y con un poco de fuerza, la sangre brotó del cuello del hombre.—¡No! —La abuela estaba aterrorizada de que la sangre del hombre goteara al suelo, pero temía acercarse.Laura amenazó a la abuela para que se fuera.Naturalmente, la abuela estuvo de acuerdo.Laura se echó
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Capítulo 6
Más que una cueva, parecía un palacio imperial, con escalones de jade que producían un crujiente y agradable sonido a cada paso, y paredes de roca tachonadas con cubos de joyas nocturnas.Me rasgué la camisa y me envolví los pies en ella, pisando con cuidado a cada paso para no hacer ruido.Al final de las escaleras había un espacio vacío con un gran estanque en el centro, del que manaba un líquido rojo brillante que emitía un repugnante olor.El fuerte olor a sangre.¿Era sangre humana?En medio del estanque de sangre había un cuerpo, y si no hubiera sido de color claro, no se habría podido apreciar la forma humana.Me escondí detrás del pilar de jade y vi cómo mi abuela sacaba los cadáveres del estanque de sangre y los tiraba al suelo.Sorprendentemente, ¡era Melinda! Me miró con ojos vacíos, como si me fulminara con la mirada.Me tapé la boca para no gritar, la razón me pedía a gritos que apartara la cabeza de ella, pero, como un poseso, no podía controlar mi cuello.Lo único que pu
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Capítulo 7
—Fiona, sé una buena chica y aplícate crema de jade.La abuela me acarició las mejillas por detrás y tomó un trozo de crema de jade para restregármelo por la cara.—Sé que eres espabilada, pero a veces eso puede llevarte a la muerte, no aprendas de tus dos hermanas.No me atreví a mover ni un músculo, tragando saliva al ver sus manos de cadaverina manoseándome la cara.El olor pútrido se apoderó de mis fosas nasales.No pude contenerme y vomité sobre la abuela y ella me abofeteó, dejándome contra la esquina de la mesa.La sangre empañó mi ojo derecho, mi abuela frunció el ceño y me acarició la mejilla, soplando suavemente, pero pronunciando palabras que me produjeron escalofríos:—Es una buena piel, no la rompas.—Lo viste la otra noche, ¿verdad? Detecté tu olor, dime ¿quieres que te haga morir como a tu hermana?El pulgar de la abuela se deslizaba arriba y abajo por mi garganta, y no me cabía duda de que podía aplastarme el cuello cuando quisiera.Me escondí tan bien cuando mató a Lau
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