Lorenzo la ayudó a mantenerse en pie, pero en ese momento, el tirante de ella se deslizó.Dejando ver las marcas íntimas que él había dejado anoche, y esa ropa... era de Marisela.De repente, sintió como si estuviera engañando a Marisela frente a ella misma. Sus manos hormiguearon y desvió la mirada instantáneamente.—Lorenzo, sujeta mi mano izquierda, quiero lavarme la cara —dijo Isabella mirando hacia arriba.Lorenzo simplemente le pasó una toalla húmeda escurrida. Isabella se limpió e intentó sostenerse del lavabo por sí misma.—Estoy bien, gracias, puedes salir...Antes de terminar la frase, Isabella volvió a tambalearse, pero esta vez Lorenzo estaba preparado y la sujetó fácilmente por la cintura.—No te esfuerces demasiado, necesitas que tu pie sane —dijo Lorenzo.Isabella se agarró de su brazo y se giró, quedando frente a frente.Deslizó lentamente sus manos hacia arriba hasta rodear el cuello de Lorenzo, con una mirada tímida y seductora.El aire se calentó en el estrecho baño,
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