Las venas sobresalían de su piel y los ojos se arremolinaban de negro. Sus músculos explotaron contra su camisa. Parecía jodidamente imparable. Antes de que pudiera bajar a las cavernas, acaricié su mandíbula. “Pase lo que pase ahí abajo, te amo”.Presionó mi palma, inclinándose para besarme de nuev
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