"Sí, lo soy, pero créeme que no es ningún privilegio". Continué hacia el calabozo con ellos en silencio.Caminamos unos diez metros desde la mansión hasta llegar a la linde del bosque. Allí nos recibió uno de los guardias, que nos miró de arriba abajo. Sus ojos se detuvieron en mí unos segundos más
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