Simón dijo con calma: —No es cuestión de qué se puede hacer, sino de qué quieres hacer tú.—Quiero que ellos me dejen definitivamente de molestar, pero les debo tanto dinero, y me han inyectado drogas, por la adicción... No puedo alejarlos de mi vida, — dijo Venerando, muy abatido.Amparo miró a Venerando, sorprendida: —¿Te tienen controlado?—Sí, me tienen controlado, no tengo salida alguna, — Venerando se cubrió la cara con las manos, jalándose el cabello en gran agonía.Amparo se levantó de inmediato y se acercó a Venerando: —¿Por qué no regresas a tu país? Vete a tu pueblo, deja esas cosas y empieza de nuevo.—Esto, no es tan fácil, me quitaron el pasaporte hace mucho tiempo, y estoy rodeado por su gente. No puedo escapar, — dijo Venerando muy desesperado.Amparo se quedó paralizada al instante. No podía creer que Venerando hubiera llegado a esa terrible situación. Ahora todo realmente tenía sentido.Sin saber qué más hacer, Amparo miró a Simón con ojos muy suplicantes. Por alguna
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