Cuando la segunda frase de Gerald terminó, se escuchó un crujido crujiente. Después de eso, ¡los gritos de dolor de Yesirn llenaron el aire! Gerald acababa de aplastar uno de los brazos de Yesirn, y el insoportable dolor que sentía el Joven Amo era evidente por su expresión. Al ver eso, la furia de Henrick no tenía límites mientras miraba a Gerald y gritaba: “¡Tú...!”. “¡Mira, viejo c*brón! Tu hijo está en mis manos, y si lo quieres vivo antes de que termine todo esto, ¡será mejor que me entregues a mi hermana! ¡Estoy seguro de que sabes lo que le pasará si no cumples!”, replicó Gerald sin rodeos, no queriendo perder más tiempo de lo necesario con Henrick. Claramente, esa era una propuesta que Henrick no podía rechazar a menos que no se preocupara por su hijo, y todos los que estaban allí lo sabían. Sin embargo, en respuesta, Henrick solo continuó señalando a Gerald mientras gritaba: “¡Escucha, si mi hijo muere, ni tú ni tu hermana podrán salir con vida de Jaellatra!”. ‘De
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