Charlie se rio entre dientes. “No necesito su favor y, además, no quiero que sepa de mi existencia”.Luego agregó: “Además, esta píldora no es gratis. Viene con un precio”.Helena curvó sus labios en una sonrisa pícara y dijo con una voz delicada: “Ya veo. Quieres que te ayude a venderle esta píldora”.“Sí”. Charlie asintió y ordenó: “Quiero que me ayudes a vender la píldora. Cuando lo veas, saca la píldora, corta una décima parte para que la tome y, cuando sepa que funciona, puedes venderle el resto. En cuanto al precio, puedes cobrarle al menos entre uno a dos mil millones de dólares. Sería incluso mejor si pudieras venderlo a un precio más alto”.“Está bien, entendido”, dijo Helena, quien comprendió de inmediato lo que quería decir. “Por favor, dame tu número de cuenta bancaria. Después de negociar el precio con él, le pediré que te transfiera el dinero. No será menos de 20 mil millones”.“No, no te molestes”. Charlie agitó la mano y dijo con indiferencia: “Habla con él y quéda
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