Capítulo 9: La comisaría

*Punto de vista de Beth*

El lugar donde Zed me había atrapado resultó ser una gran caja de hierro, no una habitación. De alguna manera, nos transportó a la bestia y a mí. Había agujeros para respirar en el costado de la caja. La luz del sol entraba a través de ellos y nos estábamos moviendo. Grité a todo pulmón, rogándole que me dejara ir.

Mientras gritaba, me preguntaba si podría oírme. Si de alguna manera pudiera ignorarme pidiendo ayuda. Si podía, era un desalmado. Apuesto a que ni siquiera tenía el ceño fruncido en su rostro perfecto. El león se limitó a mirar con una enorme sonrisa, jadeando de emoción. La bestia no parecía mala, pero esperé a que su comportamiento amistoso desapareciera y me arrancara la garganta.

Después de un tiempo, me di cuenta de que no tenía otra opción al respecto. Estaba exhausto y tenía ganas de rendirme. Dejé de gritar pidiendo ayuda porque obviamente nadie podía oírme. Mis esfuerzos fueron en vano. Por sí solos, mis párpados se cerraron y lo último que recordé fue al león lamiendo mi cara. Cuando desperté, noté que ya no nos movíamos y que ahora estaba en tierra firme.

"¡Todos fuera!" alguien gritó.

¡Esa era la voz de Zed! Fingí quedarme dormida, temerosa de lo que haría si supiera que estaba despierta. ¿Donde estábamos? ¿Cuanto tiempo estuve durmiendo? Escuché el ruido de una silla de metal, el sonido de gente saliendo de la habitación y luego algunos murmullos.

Abrí los ojos una fracción de centímetro y vi a Zed abrir la caja de metal. Tan pronto como se abrió la caja, la bestia se abalanzó sobre Zed y le lamió la cara con cariño. Mi secuestrador acarició al león como si fuera un perro amigable. ¿Que esta pasando?

"Eres simplemente un gran blandengue, ¿no?" Zed le habló a la bestia como a una mascota. “Seguiste escapando del zoológico y te encontré, ¿no? Querían humillarte. Pensaron que ibas a lastimar a la gente. Pero los detuve, ¿no? Les prometí que no lastimarías a nadie en mi ciudad. Alguien del zoológico vendrá a recogerte pronto”.

Zed rascó detrás de las orejas del animal y la pata del león saltó de alegría.

¿Podría este hombre tener debilidad por los animales? ¿Tenía otro lado aparte del líder frío que había visto hasta ahora? Estábamos solos y él pensó que estaba durmiendo, así que no lo dijo sólo para que confiara en él.

No puedo creer que haya salvado a ese león de la muerte. Eso fue dulce. Obviamente fue la elección correcta. El león no me había hecho daño, a pesar de estar juntos en un espacio cerrado durante un período prolongado de tiempo.

“¿Qué hiciste con la chica?” Zed le preguntó al animal.

El león se apartó del camino y cerré los ojos, fingiendo que estaba durmiendo. Sabía que me veía como el infierno. Estaba empapado en la saliva del león y estoy seguro de que tenía círculos oscuros debajo de los ojos debido a las pesadillas de la noche anterior.

Podía sentir los ojos de Zed sobre mí, sobre mis curvas, las curvas que había desarrollado a lo largo de los años. ¿Podría estar estudiando mi cuerpo? Me imaginé sus ojos recorriendo mi cuerpo de arriba abajo.

"Tonto, ¿causaste problemas?" Zed regañó al león.

Abrí los ojos de nuevo y vi al animal rodar por el suelo de baldosas. El agotamiento me venció y terminé quedándome dormido de nuevo. Lo siguiente que supe fue que me sacudieron suavemente para despertarme.

Esta vez era una mujer policía de aspecto amigable. Era de mediana edad, de rostro amable y ojos amables. En contra de mi buen juicio, inmediatamente confié en ella. Tenía un aire maternal. Me dolía el corazón extrañar a mi mamá. Ella se agachó y puso las manos en las rodillas.

"Oye, cariño, ¿cómo te llamas?" ella me preguntó.

"Um, Beth", respondí. En este momento dudaba de alguien.

“Vamos, Beth. Zed me pidió que te ayudara a limpiar y conseguirte ropa limpia”.

Seguí obedientemente a la amable mujer hasta la parte trasera de la estación. Ella me dio algo de privacidad mientras me duchaba en su vestuario. Utilicé un cepillo desechable para mi cabello y me sentí un poco mejor después de que me limpiaron.

La policía me prestó uno de sus uniformes de repuesto. Me picaba, pero me lo puse sin quejarme. Me sentí demasiado tímido para preguntar su nombre. Cuando estábamos sentados en uno de los bancos de madera del vestuario, la mujer me estudió.

"Entonces, ¿cuál es tu relación con Zed?" me preguntó, tratando de sonar casual.

Oh no, ¿qué debería decirle? ¿Le digo que me tenía aquí en contra de mi voluntad? No, no puedo cometer el mismo error dos veces. Ella debe haber estado aquí cuando llegué a la comisaría gritando que me habían secuestrado.

No puedo acusar al jefe de policía de secuestrarme dos veces. Eso no fue algo inteligente. Me enviarían a un hospital psiquiátrico.

Ella observó mi vacilación y dio más detalles. "Sólo porque eres la primera chica que trae a la estación".

"Uh, no, no tenemos ninguna relación personal", le dije.

Mi voz era tranquila. Si tan sólo ella supiera lo que estaba pasando. ¿Me creería siquiera? Ella me miró como si no me creyera, sus cejas se juntaron. La bondadosa mujer hizo una pausa antes de volver a hablar.

“Escucha, Beth. Sólo quería advertirte sobre las otras mujeres aquí. Es posible que te hagan el día más difícil de lo necesario”.

¿Qué estaba diciendo? ¿Que significaba eso? Al principio no entendí lo que esa amable mujer estaba insinuando, pero pronto supe por qué había dicho eso. Cuando regresé a la sala principal donde estaban todos los escritorios, Zed me dio una lista de tareas para completar como su asistente personal. A lo largo del día, siempre había un obstáculo para lograr los trabajos que Zed quería que hiciera.

Cuando me pidió que imprimiera algunos documentos, de repente la impresora se estropeó, el cartucho de tinta explotó y todos los documentos se arruinaron. Ni siquiera estoy seguro de cómo sucedió eso. ¿La amable mujer estaba insinuando que los otros oficiales aquí estaban tratando de sabotearme a propósito? ¿Quién haría eso?

Después del fiasco de la imprenta, Zed me ordenó sentarme en el mostrador de bienvenida y saludar al público. Todo iba bien. El trabajo fue fácil. Todo lo que tenía que hacer era sonreír cuando alguien entraba y hacer lo mejor que podía para ayudarlo. Entonces entró una mujer de largo cabello rojo para denunciar un delito. Todo iba bien y la ayudé a hablar con la persona necesaria. Regresó al mostrador de bienvenida y conversó conmigo.

Pero cuando estaba de espaldas, alguien chocó contra mí y me hizo derramar el té. La mujer pelirroja me gritó, acusándome de tirarle mi bebida y quemarle la piel, a pesar de que mi té ya se había enfriado. Ella no se quedó y me dejó explicar lo que había pasado.

Todo el día fue horrible. Nadie me estaba dando la oportunidad de explicarme, y menos Zed. Incluso cuando entré al baño, un par de mujeres se rieron detrás de sus manos de mi uniforme prestado, insultándome. Eran como matones en la escuela secundaria.

La mayoría de los oficiales se rieron de mi incompetencia y me dieron ganas de llorar. Luego, después del incidente con la mujer pelirroja y el té, Zed me llamó a su oficina.

"Tú, um, ¿querías verme?" Temía su reacción ante mi pésimo trabajo como asistente.

“Como no puedes hacer bien ninguna de las tareas que te asigné, simplemente ve atrás y atiende la estación de café. ¿Crees que puedes hacer eso?" El rostro de Zed estaba frío.

Asentí y escapé a la cocina antes de que pudiera gritarme por mi mal desempeño. Abastecí el área de café por un tiempo, asegurándome de que hubiera suficiente café original y descafeinado. Todo iba bien.

Fui a la parte de atrás para tratar de encontrar más bolsitas de té y agitadores de café, pero me encontré con una escena desastrosa cuando regresé al área de la cocina. Alguien había preparado otra tanda de café aunque la cafetera ya estaba llena. El café se derramaba desde la parte superior de la cafetera y caía al suelo.

"¡No no no!" Grité, temiendo la reacción de Zed si me encontraba rodeada de este desastre. Apagué la cafetera, pero el daño ya estaba hecho. Frenéticamente, reuní todos los artículos de limpieza necesarios.

Corrí alrededor, tratando de limpiar el desastre. El café seguía desbordándose a pesar de que había apagado la máquina. ¡Oh mierda! ¿Por qué me tuvo que pasar esto a mí? ¡Este día no podría ser peor!

"¿Qué diablos pasó aquí?"

Oh, no. Con un trapo empapado en café, me di vuelta y encontré a Zed furioso, de pie en la puerta de la cocina. Estaba visiblemente temblando y su rostro estaba más frío. Esto no podría ser bueno. Este desastre fue el colmo.

“¡Por favor, dame otra oportunidad! ¡Alguien me está saboteando! ¡Me odian aquí! Le rogué.

"Conseguir. Afuera."

Lo miré, confundida. ¿Me estaba dejando ir? ¿Para siempre? ¿Se me permitió salir? ¿Me estaba liberando? Zed caminó hacia mí hasta que tuvo que agacharse para susurrarme al oído.

"Sal de mi puta comisaría". Su cálido aliento me hizo estremecer. Zed se enderezó nuevamente, su postura era perfecta una vez más.

Incluso si él no me dejara ir, aún podría intentar escapar, ¿verdad? Podía encontrar una salida a la situación en la que estaba atrapado. Mi mente calculó automáticamente formas de salir de esta ciudad. ¿No ayudaría un amable extraño a una joven necesitada? Como si pudiera leer mi mente, Zed me dedicó una sonrisa maliciosa.

“Antes de que intentes escapar, debes saber que toda esta ciudad está bajo mi control, no sólo porque soy el jefe de policía. Prometo que tengo contactos por aquí y nadie te ayudará. Tengo ojos y oídos por toda esta ciudad. Lo sabré si siquiera piensas en intentar escapar. ¿Lo entiendes?" —Preguntó Zed. Asentí en respuesta. “Di en voz alta que entiendes”, ordenó.

"Entiendo, Zed."

"Eso es más bien". Tenía una sonrisa de satisfacción en su rostro.

Lo seguí hasta la entrada de la comisaría. Me dejó con una última advertencia de que no huyera. Con la cabeza gacha, me sentí abatido. Mi plan de escape fue olvidado. Realmente le creí a Zed cuando dijo que dirigía esta ciudad. Un poder innegable irradiaba de él cada vez que entraba en una habitación.

¿Era su poder humano o algo completamente distinto?

Lo de anoche volvió a mí, pegándome a la acera mientras pensaba en lo sucedido. ¿Me habían atacado Daniel y Rylan? ¿O fue sólo una pesadilla, como había dicho Daniel esta mañana? ¿Qué era real ya? Habían pasado tantas cosas que mi cabeza daba vueltas. Ya no sabía qué era verdadero o falso.

Las reglas que Zed me hizo memorizar eran extrañas y señalaban que eran vampiros, como que no podían comer ajo y que a mí no se me permitía entrar en ciertas habitaciones. El más importante era que no podía lastimarme cerca de ellos, y si lo hacía, tenía que deshacerme de la sangre inmediatamente. No sólo límpielo, sino deséchelo por completo.

Esa fue la parte más reveladora.

Además, el hecho de que tenían tubos de sangre en su sótano. Qué diablos fue eso? Pero también había reglas extrañas y aleatorias que no entendía, como que no se me permitía tocar los dulces de Daniel. No recuerdo que los dulces fueran parte de la tradición vampírica. ¿Qué eran estos tipos además de los tradicionales no-muertos?

Mientras estaba reflexionando, mi subconsciente comenzó a aceptar la idea de que mi 'pesadilla' realmente había sucedido anoche. Poco a poco comencé a aceptar la idea imposible. Me permití susurrar la ridícula pregunta en voz alta, haciéndola parecer más real.

"¿Son realmente vampiros?"