Justicia de una Madre: Venganza y Poder
Se iba a celebrar el día de la familia en el Jardín Infantil Estrellitas, al que van mis hijos. Mi esposo, Mateo, nos dijo a mi hija y a mí que le era imposible ir por asuntos de trabajo. Además, también nos dijo que nosotros tampoco fuéramos, por alguna razón.
Pude haber cedido, pero cuando vi la cara de completa decepción de mi hija, Lilia, se me rompió el corazón. Aunque él no fuera, decidí llevar a mi hija y acompañarla.
Apenas entramos al jardín de niños, vi a Mateo, sosteniendo a un niño en su hombro, mientras con la otra mano agarraba a su amiga de la infancia, Renata.
Parecían una verdadera familia: los tres juntos, charlando y riendo, en completa armonía.
Solo cuando nos vio a mí y a Lilia, Mateo soltó la mano de Renata.
—Selena, por favor, lo malinterpretes —dijo él.
—Renata está criando a su hijo sola, no la tiene fácil. Hoy es el cumpleaños número cinco del niño y quería que sintiera lo que es tener una figura paterna.
Solo con mi mirada le dije todo lo que tenía que decir. Me agaché y tomé la pequeña mano de mi hija.
—Cariño, dile hola al tío Mateo.
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