La boda que nunca fue mía
El crucero tuvo un accidente, pero solo quedaba un lugar en el bote salvavidas.
Los tres sorteamos, y me tocó a mí, pero quise cederle la oportunidad de vivir a Ezequiel.
Mientras forcejeábamos, su amiga de la infancia se adelantó y subió de un salto.
Pensé que nuestras vidas terminarían allí, pero, inesperadamente, el equipo de rescate llegó a tiempo y nos sacó de la inmensidad del mar profundo.
Después de esto, Ezequiel y yo nos casamos.
Pero nunca imaginé que, el día de nuestra boda, su amiga de la infancia regresaría a aquella misma área marítima y se lanzaría al vacío.
Al enterarse de su muerte, Ezequiel se llenó de un dolor inmenso y luego echó toda la culpa sobre mí.
Me encerró en el sótano cuando estaba embarazada, haciendo mi vida peor que la muerte.
El día del parto, tuve una hemorragia masiva. Él le dijo al doctor que priorizara al bebé, abandonando mi vida sin dudar.
A mi única hija que quedó le puso por nombre "Ana", y el nombre de su amiga de la infancia, fue "Anabel".
Al final, morí llena de resentimiento.
Cuando revivía, había vuelto al día después del accidente del crucero, cuando él me pidió matrimonio.
Al ver a él tomando mi mano como en la vida pasada, diciendo que estaba dispuesto a satisfacer cualquier petición mía, retiré mi mano con tranquilidad.
—Ezequiel, terminemos.