Mientras Julia gritaba, Valeria seguía tirando de su manga, suplicándole en voz baja: —Julia, Julia, ya basta por favor...Antonio escuchó pacientemente sus insultos. Quizás estaba tan furioso que ya no podía reaccionar, o tal vez su corazón se había ensanchado súbitamente, perdonándola.Se acomodó elegantemente en la silla, cruzando una pierna con gracia y esbozando una sonrisa ligera.—¿Terminaste?—No. Eres igual de hipócrita que Joaquín, falso, mentiroso, bas... —Umm umm umm.—¡Julia! —Valeria, desesperada, directamente le tapó la boca.—Señor Ortega, discúlpenos. Julia está de mal humor hoy, por favor no le preste atención —se apresuró a disculparse Valeria.Julia apartó bruscamente la mano de su amiga: —¿Por qué siempre me cortas y lo defiendes?Valeria, con el rostro compungido, le dijo preocupada: —Con tu situación en casa, ¿por qué vas a enemistarte con más gente? Considerando el poder de los Ortega...No terminó la frase, pero su significado era cristalino.Los Ortega eran la
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