Al final del pasillo, frente a la puerta del baño, Lilia estaba en el suelo, llorando desconsoladamente.Delante de ella, estaba Lucas con una expresión feroz, frente a un grupo de niños:—¡Eso te pasa por decir que Mateo es tu papá! ¡Te lo mereces!Dicho esto, le dio una patada en el estómago a Lilia. Ella gritó de dolor e intentó escapar, pero otros niños detrás de Lucas la agarraron.—Mi mamá dice que niños como tú, que destruyen familias, no deberían haber nacido.—¡Eso es lo que le hacemos a niñas como tú!Lilia, entre lágrimas, agitaba las manos para defenderse. Lloró hasta quedarse sin aire:—¡Estás mintiendo! ¡Ese es mi papá!—¡Papá, mamá, vengan a ayudarme!—¡Me duele, me duele mucho!—¡Papá, mamá, ¿dónde están?Al ver lo que pasaba, me sentía completamente furiosa.Al darse cuenta de mi presencia y mi cara furiosa, los niños se miraron unos a otros y, aterrorizados, salieron corriendo en diferentes direcciones.Alcé a Lilia en mis brazos y noté que estaba temblando sin parar.
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