Malvolio miró a Eira con perplejidad. “Tú… ¿Qué es eso?”.Eira abrió la bolsa. “Malvolio, mira”. La bolsa estaba llena con joyas de oro y plata brillantes. Malvolio inmediatamente pensó en algo. “¡Eira! Dime, ¿hiciste algo malo allá afuera?”.Eira sonrió. “Malvolio, por qué no intentas pensarlo. Aún si quisiera hacer cosas malas, ¿dónde podría ir a hacerlas? Si hubiera querido ir a robar una joyería, ¿cómo podría hacerlo cuando todavía soy tan joven?”. Malvolio pensó que tenía sentido. Después de todo, su hermana seguía siendo una niña. Suavizó su tono al preguntar: “Entonces, ¿dónde conseguiste todas estas joyas? ¿Son reales? Son de juguete, ¿verdad?”.Eira sacudió la cabeza. “No, mi papá… Delmont fue quien me los dio”.Temblando y con lágrimas, la madre de Eira dijo: “Malvolio, Malvolio, tú no puedes dejar que ese m*ldito hombre se lleve a tu hermana. Me tienes que escuchar bien. No estoy loca. No estoy loca. ¿Me crees, hijo mío?”. “En ese entonces… En ese entonces cuando e
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