Mientras Gerald trabajaba incansablemente día tras día, sus esfuerzos resultaron inútiles, incluso cuando pasó el décimo día. Había agotado todas las estrategias que se le ocurrieron, pero ni siquiera pudo encontrar un indicio del paradero del trasatlántico. "¿Dónde estás exactamente, Mila…? yo ... ¡yo me niego a creer que me has dejado así", dijo Gerald mientras tiraba de su cabello con desesperación. En este punto, constantemente tenía escenas en retrospectiva de los momentos que había pasado con Mila. Ahora sabía más que nunca que Mila había hecho grandes esfuerzos solo para estar con él. A las once de la mañana, Gerald se sentó en la playa aturdido, sin saber qué más podía hacer para buscar el barco. Mientras seguía rompiéndose la cabeza, su teléfono comenzó a sonar. Era una llamada de Jessica. "¡Buenos días, hermano!". Al escuchar su voz, Gerald no pudo evitar sonreír levemente mientras respondía: “Buenos días, hermana. ¿Regresaste a la Bahía Norte a salvo? ¿Cómo van l
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