Después de almorzar, Gerald y Fujiko salieron juntos de la mansión en una camioneta. Antes de partir, Takuya les había aconsejado a ambos, especialmente a Gerald, que prestaran atención a su entorno sin importar a dónde fueran. Después de todo, había una gran posibilidad de que los Kanagawa y los Hanyu estuvieran trabajando juntos. Por lo que, Takuya sabía que su hija estaba en más peligro que nunca en ese momento. Gerald, por supuesto, estuvo de acuerdo con esto, y juró proteger a Fujiko lo mejor que pudiera. No obstante, mientras ambos se dirigían rápidamente al lugar que el ejército japonés había designado para que se registraran, los Hanyu que vigilaban la entrada de la mansión, a quienes Ryugu había puesto allí, informaron de inmediato lo que vieron al líder de su equipo... “¿Qué? ¡¿Gerald y Fujiko se fueron juntos?!”, gritó Ryugu con los ojos muy abiertos mientras saltaba de su silla, dejando caer su cigarrillo en el proceso. “Aparentemente sí. Mis subordinados me informa
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