“Por lo que he logrado reunir hasta el momento, el asesino nunca fue un humano, ¡sino un fantasma rencoroso!”. “…¿Qué? ¿Un fantasma rencoroso? ¿Está completamente seguro, señor Crawford? Este no es un caso cualquiera”, respondió Harold en un tono ligeramente dubitativo. A decir verdad, Harold no creía en fantasmas. Sin embargo, con tantos sucesos sobrenaturales sucediendo ante sus propios ojos, ¿qué otra opción podía creer? “Ya que me ha contratado para resolver el caso, tendrá que confiar en mí, señor Lee. En cualquier caso, le prometo que yo, Gerald Crawford, ¡nunca miento sobre cosas como ésta! Sin embargo, si todavía se niega a creerme, entonces no sigamos perdiendo el tiempo”, respondió Gerald mientras se daba la vuelta para irse. Si no se iba a confiar en su juicio, entonces lo mejor era irse. Deteniendo rápidamente a Gerald para que no se fuera, Harold suspiró antes de decir: “¡Me malinterpreta, señor Crawford! ¡No estoy dudando para nada de sus capacidades! Sin emba
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