Al segundo siguiente, Scitalis extendió un dedo y le levantó la barbilla, sonriendo lascivamente. "Este es el destino, mi señorita. Sé mi mujer obedientemente".Con sus puntos de acupuntura sellados, Debra no pudo evitar sus caricias. Su bello rostro enrojeció de ira. "Aléjate de mí. ¡No me toques!".A pesar de su expresión feroz, estaba innegablemente aterrorizada por dentro. Si caía en manos de Scitalis, ¡sufriría una humillación sin fin!"¡Jajaja!".El reproche de Debra no hizo que Scitalis se contuviera. Por el contrario, se interesó más. Inmediatamente sonrió y dijo: "Te ves más encantadora cuando estás enojada, mi señorita"."Estoy decidido a convertirte en mi mujer".Mientras hablaba, Scitalis se inclinó lentamente e inhaló el aroma del cuerpo de Debra. Embriagado, exclamó: "Vaya, qué bien hueles".Al ver esto, el rostro de Debra palideció y estuvo a punto de desmayarse de rabia.Al mismo tiempo, la enfurecida Raquel gritó: "¡Suéltala, imbécil, o te mataré!".Mirando de
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