Zeke volvió a blandir el Látigo Espiritual contra Raquel después de pedirle que hablara. El cuerpo de Raquel temblaba continuamente mientras se escuchaba el claro y nítido sonido del látigo contra su piel. Su hermoso rostro palideció. Aunque sufría un dolor insoportable y no podía hablar, sus ojos estaban decididos."¿Quieres morir?". La rabia se apoderó de Zeke al ver lo testaruda que era Raquel.Al mismo tiempo, la paciencia del Maestro Magaera se había agotado. "Si es así, déjate de tonterías con ella", dijo con frialdad, agitando la mano. "Simplemente mátala y evita que su alma tenga la oportunidad de reencarnar por toda la eternidad". Cuando dijo eso, tenía una expresión fría en el rostro.Al igual que Zeke, estaba seguro de que Raquel era una subordinada del Archidemonio Antígono. No había otra explicación para cómo una simple humana podía poseer un poder divino y aun así estar reacia a responder a sus preguntas."Sí, Señor General", respondió Zeke a la orden. Inmediatamente,
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