Debido a la presencia de Gustavo, Leandro rápidamente empacó sus pertenencias y se trasladó a la celda de Charlie, ya que el tiempo en el patio estaba a punto de terminar.Cuando Gustavo llegó a la celda de Charlie, espetó del asombro: “¡Maldita sea! ¡¿Por qué está tan limpia tu celda?!”.Los otros reclusos intercambiaron miradas consternadas entre ellos, recordando vívidamente la miseria de la limpieza en sus mentes.Con una sonrisa ambigua, Charlie afirmó: “La higiene es lo más importante en esta celda. No me importa si están encerrados por incendio provocado, asesinato, robo, agresión sexual o fraude. Si alguien no mantiene la celda limpia, lo haré pagar”.Luego miró a Gustavo y agregó con una voz seria: “Tú también”.Al temblar de miedo, Gustavo respondió apresuradamente: “No te preocupes. ¡Haré lo que me digas!”.Para Gustavo, Charlie era su única protección para mantenerse con vida, por lo que no se atrevió a desobedecerlo en este momento.Al notar la sencilla decoración d
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