Diana durmió toda la noche tranquila y abrió los ojos a las diez de la mañana.—Ay, qué a gusto... —Ella se estiró: —Simplemente se siente bien no tener que ir al trabajo.Diana se levantó de la cama y bajó a desayunar.María preparó el desayuno para dos.Diana miró hacia el asiento vacío y no dijo nada.María vio bajar a Diana y preguntó: —Señorita Infante, ¿el señor no baja hoy a desayunar?Diana tomó un sorbo de leche y volvió a ella: —Anoche no regresó, así que no creo que llegue para desayunar.—Ah. —María, sabiendo que había hablado fuera de lugar, no hizo más preguntas y volvió a la cocina.Diana terminó de desayunar y recibió un mensaje de Brayan.[Didi, ¿quieres tu vestido de compromiso hecho a medida o quieres ir con algo nuevo de temporada?].¿No era demasiado tarde para hacerlo a medida?De hecho, no sabía qué fecha exacta iba comprometerse.Ella preguntó: [¿Cuál es la fecha del compromiso?].Brayan: [Todavía no está decidido, ¿qué tal si lo vemos cuando vuelvas a Kenster?]
Llamó a Brayan.El otro lado contestó rápidamente y la voz de Brayan era suave: —Didi, ¿te gustaron los tres vestidos?—Bueno, sí. —Diana dijo: —¿Qué conjunto crees que se ve mejor?Brayan, al otro lado del celular, pareció reírse, con voz cariñosa: —¿No dije que los compraría todos si te gustaban? Le he pedido a mi ayudante que encargue los tres.—¿Tan rápido? Si acabo de publicar ese estado hace nada.Brayan: —No puedo demorarme, que son de edición limitada.—Bueno, gracias, Brayan.—Didi, ahora eres mi prometida, somos familia, no hay necesidad de darme las gracias.Era cierto, pero aún no podía meterse en el papel de prometida, y en la mente de Diana, Brayan sefuía siendo el hermanito que vivía al lado y quien le dio clases particulares pacientemente.—Por cierto, no es muy fácil tomar taxis en Marseah, te he comprado un coche, acabo de terminar los trámites, dame una dirección, haré que alguien te lo lleve.Al oír esto, Diana sintió que era demasiado y no podía aceptarlo.Brayan s
El Bentley Continental GT en azul glaciar era un color único e impresionante que llamó la atención de Diana.Le encantaba el coche.El hombre del traje se bajó del coche respetuosamente y le entregó las llaves a Diana: —Señorita Infante, este es el coche que le envía el señor Iglesias.Diana tomó la llave, con la mente ligeramente conmovida.Brayan fue realmente generoso con ella. El carro valía más de cuatrocientos mil dólares.—Gracias —Diana dio las gracias al visitante.—De nada, entonces me iré si todo está bien. —El hombre hizo una leve reverencia respetuosa.—Adiós.Apenas se fue el hombre, Diana recibió una llamada de Brayan.—¿Está bien el coche? —El tono del hombre era descuidado y ocioso, como si preguntara si la comida estaba hoy a su gusto.Un coche de cuatrocientos mil dólares era como ese repollo del mercado en su boca.De hecho, para la clase alta, hacer un regalo así a su prometida es algo normal, quizá ella había pasado demasiado tiempo llevando una vida común, descon
Diana sonrió con desinterés y volvió a dirigirse a él: —Sí, porque no me conoces.Después, se burló de Aurelia con cara divertida: —Señorita Donato, ¿está segura de que no quiere hacer fotos? Me iré si no lo hace.Aurelia estaba tan enojada, ¡porque en realidad tenía muchas ganas de hacer fotos!Pero Diana estaba en el coche y de ninguna manera se lo rogaría.—No, gracias —dijo Aurelia con el labio superior rígido.—¡De acuerdo, adiós! —Diana les saludó y pisó a fondo el acelerador mientras el coche despegaba envuelto en una nube de polvo.El Bentley azul desapareció de la vista de los dos.Aurelia resopló: —Chuck, ¿qué ves en una mujer tan vanidosa?Chuck se frotó la frente: —No era tan vanidosa, no sé qué le pasa últimamente, con tanto obligarme a casarme con ella y ahora hasta alquiló un carro para presumir.Aurelia dijo: —Será porque siente que estoy amezando su lugar a tu lada, y lo del carro será para encajar en nuestro círculo.Aurelia cruzó los brazos y suspiró, sacudiendo la c
La noche antes del juicio.Diana estaba en el baño duchándose cuando oyó el ruido de algo que se rompía en el dormitorio.Se apresuró a enjuagarse la espuma del cuerpo y salió en pijama para comprobarlo.El dormitorio estaba vacío, solo había un montón de restos de cerámica en el suelo.Diana vio enseguida que lo que se había roto era la muñeca de cerámica que le había dejado su madre.La tiñó con su madre en una tienda de bricolaje el día de su duodécimo cumpleaños, era un canino Gululu azul claro con su nombre y el de su madre grabados en la espalda.En cuanto vio los escombros esparcidos por el suelo, Diana sintió que la sangre le subía por el cuerpo y la ira la invadió por un momento.—¿Quién ha sido? —rugió, saliendo furiosa por la puerta del dormitorio.—Diana se acercó a la puerta de la habitación en la que dormía Chuck y golpeó enérgicamente la puerta con la mano.—¡Chuck! ¡Aurelia! ¿Quién de ustedes entró en mi habitación?La puerta de la habitación de Chuck se abrió y los ojo
El día que Yolanda recibió el alta, la nieve se había despejado, los árboles bordeaban las carreteras y el cielo estaba azul y despejado.Santiago condujo hasta el hospital para recoger a Yolanda, y la pareja estuvo callada todo el camino, el ambiente un poco deprimente y sombrío.La pequeña Diana se sentó en el asiento trasero, exhaló en la ventanilla y dibujó en ella con el dedo, llena de alegría.Su mamá por fin había salido del hospital.La pequeña Diana dibujó una familia de tres en la ventanilla del coche, sonriendo.Yolanda vio el dibujo en la ventanilla y se le encogió el corazón y de repente le entró ganas de llorar.Torció la cabeza y se secó disimuladamente las lágrimas, ajustó sus emociones y exprimió una sonrisa. —Dentro de unos días es el cumpleaños de Didi, ¿qué regalo quieres, Didi?La pequeña Diana, que seguía dibujando en la ventana, respondió secamente a la pregunta de su madre: —Mamá, quiero un canino Gululu.—¿Canino Gululu? —dijo Yolanda con voz suave: —¿Es el can
Al colgar el celular, Diana pensó largo y tendido sobre los acontecimientos de la noche.¿Por qué se colaría Aurelia en su habitación mientras estaba en la ducha? Seguro que no podía haber sido solo para dar una vuelta por su habitación, como Aurelia había dicho.Aurelia debía estar tramando algo.Diana echó un vistazo a la habitación, escudriñando el mobiliario, y aparte de la muñeca de porcelana rota, parecía que todo estaba igual que antes, nada era diferente.De repente, sus ojos se posaron en el vaso de leche que había encima de la mesilla de noche.Diana tenía la costumbre de beber un vaso de leche caliente antes de acostarse.La leche se lo había calentado la criada y puesto allí antes de tomar su baño, para que la tomara cuando terminara.Y la muñeca de porcelana estaba en esta misma mesita de noche antes de romperse.Como Aurelia había roto la muñeca de porcelana, eso significaba que Aurelia debía de haberse quedado cerca de la mesilla de noche en cuanto llegó a su habitación.
Tal vez Brayan notó que con él aquí Diana estaba un poco nerviosa, y dijo: —Avísame te falta algo, voy arriba a tomar una ducha.—Espera.Brayan se detuvo y ladeó la cabeza: —¿Qué pasa?Diana abrió su bandolera, sacó de ella una botella de leche y se la entregó: —Brayan, por favor, ponte en contacto por mí con la agencia de análisis, puede que haya algo malo en esta leche.Los ojos de Brayan se pusieron serios: —¿Alguien intenta hacerte daño?Diana asintió con expresión grave: —Creo que sí, pero no estoy segura, es mejor comprobarlo.—De acuerdo, me ocuparé de esto.Brayan sacó su celular e hizo una llamada.—Ven aquí, necesito que hagas algo. —Brayan tecleó y se alejó, su figura desapareció por la esquina del edificio.Diana exhaló y su cuerpo se relajó.Justo ahora, cuando le entregaba la leche a Brayan, se topó inesperadamente con sus ojos oscuros y profundos y, por un momento, Diana sintió que se le paraba el corazón.Tenía ojos muy bonitos.No, no eran solo los ojos, su rostro era
Eso no era muy hiriente, era extremadamente insultante.El rubio levantó la otra mano para luchar de nuevo, y se encontró con un duro golpe por encima del hombro de Diana que lo dejó en el suelo.Su tacón aplastó la cara del rubio como si estuviera aplastando hormigas: —Practica un poco antes de volver.—¡Ayuda, ayuda! —El hombre de los tatuajes se cubrió la entrepierna de dolor y siseó pidiendo ayuda.Diana giró la cabeza y vio que le salía sangre de la entrepierna.«Tsk, no controlé bien la fuerza, no vaya a ser que le reviente los huevos».Pronto, el personal del bar vino por el jaleo, vio esta escena y se congeló un buen rato, sin saber cómo reaccionar.El hombre de tatuajes, tendido en el suelo, con la frente rezumando sudor frío, dijo enérgicamente: —Me duele mucho, joder, ¿a qué esperas? Llama rápido al 120, voy a morir de dolor.Había tanto alboroto en este lado que rápidamente se llenó de gente.Cristina y Nieves, al notar que Diana no había vuelto después de tanto tiempo, fue
Diana preguntó: —¿Que la familia Iglesias adopte a Sofía?Nieves sacudió la cabeza y se inclinó más cerca, susurrando: —Más que eso, le pidió a la señora Iglesias de casar a Brayan con Sofía en el futuro.Los ojos de Diana se abrieron de golpe.—Joder —Cristina alzó la voz: —¡Cómo se atrevió a pedir tanto!Nieves dijo: —Entonces no sé qué le dijo la señora Iglesias, y la criada aceptó que la adoptaran como forma de devolverle el favor.Cristina dijo en tono desdeñoso: —Además, la señora Iglesias solo tiene un hijo, ¿cómo se le va a permitir casarse con la hija de una criada?Nieves: —Sí, Brayan es el único heredero de la familia Iglesias, de ninguna manera se casaría con la hija de una criada.Diana tomó un sorbo de su vino de frutas, pensativa.Las chicas charlaban sobre los cotilleos, sin darse cuenta de que no muy lejos, detrás de ellas, había una mujer que les miraba con crueldad.Diana tomó un par de copas de vino de frutas, pero no emborrachaban, no eran muy fuertes.Tras charlar
Diana frunció el ceño.—No quiero.El tono de Chuck era un poco incómodo: —No nos peleemos más, ¿de acuerdo? Te he echado de menos los últimos días, y lo de ese día fue mi culpa, no debería haber dicho esas cosas para enfadarte.—Está bien, de todos modos, ya rompimos, ya nada importa. —El tono de Diana estaba lleno de indiferencia.—¿Que ya rompimos? —La voz de Chuck era fría: —No estoy de acuerdo en romper.—Una ruptura de novios no es un divorcio de casados y no requiere tu consentimiento. Diana se mostró fría y decidida: —Chuck, no vuelvas a molestarme.Después, colgó y también borró el número.Diana empezó a pensar en el trabajo.Quería esforzarse por su carrera.Aunque podría abrir su propio bufete, ahora mismo no era muy conocida en el sector, y sería difícil dar a conocer su nombre cuando abriera un bufete.Diana quería pasar algún tiempo en una empresa grande y conocida del sector para asentarse.No era demasiado tarde montar su negocio cuando tuviera cierta fama.Después de c
La visitante era una mujer refinada y digna que aparentaba unos treinta años.Brayan presentó: —Didi, esta es la mejor restauradora que te comenté, Dolores de Barriga.La sorpresa brilló en los ojos de Diana, pensaba que sería alguien con edad, pero no esperaba que fuera una mujer tan preciosa.Diana se levantó y se acercó unos pasos para darle la mano, parecía emocionada: —Señorita de Barriga, hola, me llamo Diana y cuento con usted para mi muñeca de porcelana.—Jajaja... —Dolores no pudo contener la risa mientras miraba a Diana con una ceja arqueada: —¿Señorita de Barriga? No me llames así.Diana también reaccionó, y se arrepintió enseguida por hablar sin pensar.Qué mal sonó eso.Era una mujer hermosa, pero la llamó por de Barriga.—Lo siento —se disculpó Diana apresuradamente.—Está bien. —Dolores siguió sonriendo, sus ojos se dirigieron a Brayan: —Eres arrogante, frío y exigente, antes de venir aquí me preguntaba qué clase de chica podría conquistarte, ahora que he visto a Diana,
—Diana, por fin estás aquí. —Alex fue el primero en acercarse a saludar: —Hacía tres años que no te veía, te has puesto mucho más guapa.Cristina puso los ojos en blanco: —¿Quieres dejar de dar asco?Alex soltó un «tsk», como contrariado: —¿Acaso no sabes hablar bien? ¿Cómo que doy asco? Esto es tener educación.—Me das pena. —Cristina tiró de Diana hacia dentro: —Didi, vamos, ignóralo.Nieves se acercó a Julio y se sentó amablemente: —Hola, Julio.—Hola —asintió Julio levemente.Diana se sentó junto a Brayan: —Brayan, ¿llegaste hace mucho?La voz de Brayan era suave: —No, acabamos de llegar.Con eso, sus ojos se volvieron hacia la chica de al lado: —¿Por qué no saludas?El tono era ligeramente castigador.La chica nombrada se erizó y habló de mala gana: —Señorita Infante, hola.Los ojos de Brayan la recorrieron fríamente, con el ceño fruncido.—¿Quién es? —Diana ladeó ligeramente la cabeza, con un atisbo de duda flotando en sus ojos.La voz de Brayan era fría: —Mi hermana, Sofía.Así
Brayan hizo una mueca y contestó: —Ya rompieron, ahora es su ex novio.—¿No te importa? —Alex preguntó de nuevo.—Todo el mundo tiene su pasado. —Brayan tiró sus cartas con indiferencia, su mirada barrió con frialdad: —¿Acaso nunca has tenido novia?Alex se frotó la nariz: —Yo sí, pero tú no, ella es tu primer amor y tú no eres su primer amor, ¿de verdad no te importa?—No importa. —Las pupilas oscuras de Brayan estaban llenas de ternura: —Mientras pueda estar con ella, ya soy afortunado.—Tsk. —Julio se rio: —Qué grande.Terminada la ronda de cartas, Brayan miró el reloj y se levantó: —Ya es hora, vámonos.Hoy Brayan preparó una fiesta de bienvenida para Diana.Un Bentley azul se detuvo lentamente frente a uno de los hoteles de cinco estrellas más lujosos de Kenster, bajo las brillantes luces de neón.La brisa del atardecer sopló suavemente, trayendo consigo un ligero toque de frescor.Diana abrió la puerta del coche y salió.—¡Didi, por aquí! —Nieves Hidalgo sonrió y saludó a Diana q
Aurelia se acercó y se sentó en el borde de la cama, sacó su celular y se lo enseñó a Chuck.—Chuck, mira aquí hay una guía que leí en internet para viajar a Barry. Podemos ir en carro y llevaremos a dos conductores, Barry es una zona extensa y mucho más fácil de de viajer en carro, después de Boyten podemos ir a...En ese momento, Chuck sintió de repente que Aurelia era muy pesada.Ya le dolía la cabeza, y era realmente molesto que ella siguiera parloteando en su oído.Si fuera Diana, estaría tan preocupada por él en este momento que ella misma cocinaría sopa y se la daría de comer.—De acuerdo. —Chuck interrumpió impaciente: —Hablemos mañana, hoy estoy un poco cansado.Aurelia guardó su celular y miró triste con la cabeza gacha.—Chuck, ¿estás harto de mí? —Su tono estaba lleno de pena.Chuck suspiró, un poco reacio a hablar con ella.—No, es que ahora me duele un poco la cabeza, no hay prisa por lo del viaje, podemos hablarlo cuando haya descansado.—Bien. —Aurelia se inclinó hacia
Eran las tres de la madrugada cuando Chuck fue recogido por su chófer y llevado de vuelta a la villa.Llegó hasta su dormitorio a tropiezos y se desplomó en la cama, ahogándose en sueño.Chuck se despertó dolorido.—Diana, me duele el estómago. —Chuck gritó aturdido: —Tráeme pastillas para el estómago.Sin respuesta.Chuck gritó un poco más: —Diana, Diana...De repente, abrió los ojos y se incorporó de la cama.Al recobrar la conciencia, Chuck recordó que Diana se había marchado ya.Tenía sentimientos encontrados, se sentía vacío y congestionado por dentro.Se cubrió el estómago y se levantó de la cama. Buscó por toda la casa y siguió sin encontrar pastillas para el estómago.No pudo soportar más el dolor y sacó su celular y marcó el número de la criada.María se sorprendió cuando recibió la llamada.—¿Dónde guardas las pastillas para el estómago? —La voz de Chuck sonó.María apretó los puños y respiró hondo, mientras se convencía mentalmente:«Está bien, está bien, paga mucho dinero,
—¿En serio? —Aurelia dijo entusiasmada: —Quiero ir a Barry primero, dicen que Boyten es precioso en esta época del año.Boyten.Los ojos de Chuck brillaban.¿Por qué le sonaba tan familiar este lugar?Oh, ya lo recordaba, había oído a Diana mencionarlo antes.Dijo que quería viajar a Boyten en noviembre.¿Qué dijo entonces?¿Qué tenía de bueno viajar en un puente lleno de gente?Ahora que llegaba el puento del festivo, Chuck inconscientemente quiso rechazar la idea, pero pensar en Diana le hizo cambiar de opinión.—Sí, Barry entonces.Después de ver un rato la tele con Aurelia, la irritación en la mente de Chuck aún no se había disipado.—Acaban de darte el alta, así que descansa un poco en casa, yo tengo que salir a por algo.Aurelia sabía lo suficiente como para no preguntar adónde iba.Ahora que Diana acababa de romper con él, era normal que se sintiera incómodo durante un tiempo y que necesitara aliviar sus humores, y Aurelia no quería presionarle demasiado.Sonrió cálida y generos