—Hola —murmuró Evelyn.—¿Cómo te lastimaste? Te dejé en las habitaciones de Thane —preguntó mi madre, tomando un paño limpio y empapándolo en alcohol. Cuando lo puso sobre la herida que sangraba constantemente, Evelyn gimió.Apreté mis manos en puños. Un disgusto persistente ante el sonido. Quería q
—También vi cómo te miró hoy —dijo.Arqueé una ceja escéptica.—Ey. Yo también me asusté cuando vi a tu dragón por primera vez. Claro, no amenacé con asesinarte a ti ni a tus amigos y familiares, pero tu forma de dragón da bastante miedo —continuó Desmond.Tenía razón. Había visto a hombres ensuciar
Evie Stanton—Evelyn... lo siento —comenzó Thane, bajando la voz una octava. Su mirada estaba fija en su regazo, su sombrero tirado sobre la cama. Mis manos empezaron a temblar, pero los apreté en puños para detenerlo.Ni dos minutos antes de que él entrara a su cabaña, comencé a llorar de nuevo. No
Aún así di marcha atrás. —O… supongo que todavía estoy prisionero aquí. No tienes que decirme nada si no… quieres. Hice una mueca ante lo patético de mis palabras. Quería saber qué pasó. Tenía la versión de mis padres, no mucha, y ahora quería la de Thane. Quería la honestidad de Thane... pero no qu
Arqueó una ceja, su palma todavía acariciaba suavemente mi barbilla mientras me observaba, animándome en silencio a continuar.Me encogí de hombros. —Tal vez no quería creerlo antes, pero tiene sentido. Mi padre estaba obsesionado con el estatus. Nunca le quitó la corona. Su cabello creció a su alre
Thane DrogosNunca pensé que Evelyn no quisiera volver a casa. ¿Cómo pudo elegir la vida que me impusieron cuando tenía tanto esperándola en Avalon?Entonces empezó a tener sentido.Una jaula bonita sigue siendo una jaula. Y las alas de Evelyn estaban destinadas a volar.Cuando no le respondí de inm
Deslizó un dedo hacia abajo, devorándome con sus ojos como si nunca hubiera visto algo tan delicioso en su vida. Fóllame. Su mirada me hizo más dura, anhelando sentir el suave satén entre sus muslos. Su dedo se hundió en las grietas de mis músculos abdominales, trazándolos con curiosidad.Me di cuen
—Me dejé llevar —admití, sonriendo.Tocó el pezón que había mordido, haciendo rodar la mancha roja entre sus dedos. Sus ojos se pusieron en blanco y lentamente comenzó a mover sus caderas contra las mías nuevamente. Un gemido bajo y profundo resonó en ella mientras continuaba jugando con su pezón.E