Ese día, por primera vez, Miguel deseó abrazar a una mujer.No por amor.Solo quería sostenerla, secar sus lágrimas, besar sus labios temblorosos.En medio del silencio, Miguel volvió a preguntar:—¿Por qué quieres divorciarte?En la puerta, Damián se giró con Aitana y miró fríamente a su antiguo amigo, con voz gélida:—Miguel, ¿sabes lo que estás haciendo? Si no estás en tus cabales, ve al hospital a que te revisen la cabeza.Miguel se levantó lentamente:—Estoy muy lúcido. Siempre lo he estado.—¿Y tú lo estás, Damián? Si lo estuvieras, sabrías que Aitana ya no te ama. Podrás retenerla uno o dos años, pero no toda la vida.Damián soltó una risa sarcástica:—Sigue siendo mi esposa.Miguel guardó silencio.Selene, a su lado, tiró suavemente de su manga y preguntó con cautela:—Miguel, ¿te gusta Aitana?Miguel asintió levemente.En ese momento, la copa en las manos de Selene se estrelló contra el suelo.En el estrecho ascensor solo quedaron Damián y Aitana.Ella se soltó bruscamente de
Damián abrió la puerta de la suite con Aitana.Era la primera vez que se hospedaban en un hotel juntos.La habitación estaba a oscuras, intensificando cada sensación. Antes de que Aitana pudiera reaccionar, se vio acorralada contra la puerta, forzada a besar a Damián.El aroma de su loción de afeitar y el fresco olor a tabaco la invadían a través de ese beso frenético, debilitando sus piernas hasta hacerla tambalear...Tropezando, llegaron al sofá. Damián se quitó el abrigo, luego las medias de Aitana. Sus piernas desnudas rozaban contra el pantel negro de él, temblando con anhelo.Él acarició su rostro, exigiendo:—Di que no te gusta Miguel.¿Cómo iba a decirlo Aitana?No sentía nada romántico por Miguel, pero tampoco quería jurarle lealtad a Damián. Él tenía sus aventuras públicas y secretas, ¿por qué debería ella explicar algo inexistente? Además, iban a divorciarse.Aitana decidió provocarlo.Imitando sus gestos, acarició su rostro anguloso y murmuró con voz ronca:—Tal vez sí me g
Por supuesto que Aitana lo sabía. Por eso no lo rechazó inmediatamente, ¿quién se negaría al dinero?Pero tampoco era tonta. Esta generosa oferta de Damián no venía sin condiciones. Su dinero no era fácil de obtener. Sonrió levemente:—¿Qué obligaciones tendría que cumplir?Damián la miró directamente: —Cooperar con el proyecto Pacific Crown y acceder a dormir conmigo.—¡Damián!—Tengo necesidades físicas.Aitana no aceptó de inmediato, solo respondió con suavidad:—Lo pensaré.Damián sacó un documento de su bolsillo y se lo entregó:—Este es el acuerdo. Puedes consultarlo con un abogado. Si tienes otras condiciones, podemos negociarlas.—Aitana, aunque no haya amor entre nosotros, al menos somos familia.—Piénsalo bien.Aitana accedió a considerarlo, pero insistió en irse, no quería pasar la noche allí.Damián no insistió.Tenía otros asuntos que atender esa noche.Cuando Aitana bajó, la ciudad estaba en silencio, con las luces de neón apagadas y solo algunas estrellas solitarias bri
Después de que Aitana se marchara, Damián fue a un lugar.La azotea del edificio.El viento nocturno agitaba violentamente los abrigos negros de los dos hombres, como halcones nocturnos cazando en la oscuridad, con una presencia igualmente imponente.Damián encendió un cigarro blanco contra el viento, dando una profunda calada. Su rostro anguloso se tensó con el esfuerzo, acentuando sus rasgos.Tras fumar la mitad, miró a Miguel y habló con dureza:—Se cancela la colaboración.—Y el caso de divorcio con Aitana también se suspende por ahora. Si surge la necesidad en el futuro, otro se encargará del caso...Miguel preguntó:—¿Por qué?Damián tiró la colilla al suelo y la aplastó con su zapato de cuero. Su voz se volvió más fría:—Miguel, ¿me preguntas por qué?En un instante, Damián le lanzó un puñetazo a la mandíbula.Miguel lo recibió sin esquivarlo.Damián se irguió, con una mirada helada:—Porque Aitana es mi esposa, ¿lo habías olvidado, Miguel?—¿Tu esposa?Miguel se limpió la sangr
Apenas cuatro años después de la boda, Damián Uribe ya mantenía un romance secreto. Aitana Balmaceda, sentada en el asiento trasero de su lujoso automóvil frente a una exclusiva villa en las afueras de Palmas Doradas, observaba en silencio el encuentro clandestino de su esposo.La joven, vestida con un delicado vestido blanco, irradiaba juventud e inocencia. Caminaban de la mano como dos enamorados, y Damián la miraba con una ternura que Aitana jamás había conocido.—Me duelen los pies, ¡cárgame, Damián! —suplicó la chica con voz melosa.Aitana pensó que él se negaría. Después de todo, Damián era conocido por su carácter distante y difícil; ni siquiera por su nueva amante cedería ante tal capricho. Sin embargo, lo que vio la dejó atónita: su esposo acarició suavemente la delicada nariz de la joven y, con una mezcla de deseo y dulzura, la levantó en brazos como si fuera el tesoro más preciado del mundo.La muchacha, con naturalidad, deslizó sus blancas manos por la nuca de Damián, acari
Aitana se aferraba a las sábanas, sus dedos dejando arrugas desordenadas en la tela. Incluso en ese momento, no pudo evitar pensar: ¿acaso su amante no lo había satisfecho? ¿Por qué hoy se tomaba el tiempo de besarla en lugar de ir directo al grano?No sentía nada, excepto repulsión. Se quedó inmóvil como un pez muerto, dejando que Damián hiciera lo que quisiera - total, no conseguiría engendrar un hijo de todas formas.Al principio, el estado semidesnudo de Aitana había excitado a Damián, pero ahora que yacía como un tronco en la cama... ¿qué hombre no perdería el interés? Era desalentador.—¿Por qué te niegas ahora? —preguntó Damián, con el cabello brillante de sudor y las mejillas enrojecidas.Aunque sus encuentros íntimos eran escasos, solían tenerlos algunas veces al mes, intentando concebir. Aitana, recostada en la almohada blanca, observó a este hombre al que había perseguido durante cuatro años. Estaba cansada, agotada, y quería vivir para sí misma por una vez.Pero Damián no l
Damián asintió levemente y Miguel sonrió con calma, dejando el espacio a la pareja que compartía lecho pero no sueños.Después de que Miguel se fue, Damián miró el atuendo de Aitana frunciendo sus cejas:—¿Por qué vistes así? Ve a cambiarte, iremos juntos a cenar a la casa familiar.Aitana sabía bien que esa cena era para fingir un matrimonio feliz, todo por las acciones que tenía el abuelo Alejandro. A veces pensaba que Damián era bastante contradictorio - aparentaba ser noble y virtuoso, pero en el fondo era más ambicioso que cualquiera, nacido para el mundo de los negocios.Accedió a cooperar - antes de dividir los bienes con Damián, los intereses eran la prioridad.Regresó a su oficina para cambiarse al traje y bajó con Damián en el ascensor exclusivo.Solo estaban ellos dos en el ascensor.Damián miró su reloj y dijo con frialdad:—Después de hablar con Miguel, supongo que habrás desistido de la idea del divorcio. Hoy sigue siendo tu día fértil, prepárate cuando lleguemos a casa.
A las nueve de la noche, dejaron la mansión de los Uribe.Mientras se abrochaba el cinturón, Damián preguntó con aparente casualidad:—¿De qué hablabas con Lucas? Parecían tener una conversación bastante animada.—Ah, sí —respondió Aitana suavemente—, hablábamos de tu primer amor.Damián guardó silencio. Después de un momento, tomó suavemente la mano de Aitana y, con una inusual ternura en su voz, dijo:—Nunca me he acostado con ella.Aitana se recostó en el asiento, con lágrimas contenidas en los ojos. Sabía bien que esta ternura de Damián solo se debía a que estaba en sus días fértiles; él solo quería plantar su semilla en ella. Nada tenía que ver con el amor, y menos con ella.Se preguntaba si Damián aún querría retenerla si supiera que no podía tener hijos, o si se apresuraría a firmar el divorcio para buscar a la siguiente mujer digna de ser la señora Uribe.Esa noche Damián se estaba esforzando, acercándose a ella intentando despertar su deseo. Aitana se sentía miserable. Su espo
Después de que Aitana se marchara, Damián fue a un lugar.La azotea del edificio.El viento nocturno agitaba violentamente los abrigos negros de los dos hombres, como halcones nocturnos cazando en la oscuridad, con una presencia igualmente imponente.Damián encendió un cigarro blanco contra el viento, dando una profunda calada. Su rostro anguloso se tensó con el esfuerzo, acentuando sus rasgos.Tras fumar la mitad, miró a Miguel y habló con dureza:—Se cancela la colaboración.—Y el caso de divorcio con Aitana también se suspende por ahora. Si surge la necesidad en el futuro, otro se encargará del caso...Miguel preguntó:—¿Por qué?Damián tiró la colilla al suelo y la aplastó con su zapato de cuero. Su voz se volvió más fría:—Miguel, ¿me preguntas por qué?En un instante, Damián le lanzó un puñetazo a la mandíbula.Miguel lo recibió sin esquivarlo.Damián se irguió, con una mirada helada:—Porque Aitana es mi esposa, ¿lo habías olvidado, Miguel?—¿Tu esposa?Miguel se limpió la sangr
Por supuesto que Aitana lo sabía. Por eso no lo rechazó inmediatamente, ¿quién se negaría al dinero?Pero tampoco era tonta. Esta generosa oferta de Damián no venía sin condiciones. Su dinero no era fácil de obtener. Sonrió levemente:—¿Qué obligaciones tendría que cumplir?Damián la miró directamente: —Cooperar con el proyecto Pacific Crown y acceder a dormir conmigo.—¡Damián!—Tengo necesidades físicas.Aitana no aceptó de inmediato, solo respondió con suavidad:—Lo pensaré.Damián sacó un documento de su bolsillo y se lo entregó:—Este es el acuerdo. Puedes consultarlo con un abogado. Si tienes otras condiciones, podemos negociarlas.—Aitana, aunque no haya amor entre nosotros, al menos somos familia.—Piénsalo bien.Aitana accedió a considerarlo, pero insistió en irse, no quería pasar la noche allí.Damián no insistió.Tenía otros asuntos que atender esa noche.Cuando Aitana bajó, la ciudad estaba en silencio, con las luces de neón apagadas y solo algunas estrellas solitarias bri
Damián abrió la puerta de la suite con Aitana.Era la primera vez que se hospedaban en un hotel juntos.La habitación estaba a oscuras, intensificando cada sensación. Antes de que Aitana pudiera reaccionar, se vio acorralada contra la puerta, forzada a besar a Damián.El aroma de su loción de afeitar y el fresco olor a tabaco la invadían a través de ese beso frenético, debilitando sus piernas hasta hacerla tambalear...Tropezando, llegaron al sofá. Damián se quitó el abrigo, luego las medias de Aitana. Sus piernas desnudas rozaban contra el pantel negro de él, temblando con anhelo.Él acarició su rostro, exigiendo:—Di que no te gusta Miguel.¿Cómo iba a decirlo Aitana?No sentía nada romántico por Miguel, pero tampoco quería jurarle lealtad a Damián. Él tenía sus aventuras públicas y secretas, ¿por qué debería ella explicar algo inexistente? Además, iban a divorciarse.Aitana decidió provocarlo.Imitando sus gestos, acarició su rostro anguloso y murmuró con voz ronca:—Tal vez sí me g
Ese día, por primera vez, Miguel deseó abrazar a una mujer.No por amor.Solo quería sostenerla, secar sus lágrimas, besar sus labios temblorosos.En medio del silencio, Miguel volvió a preguntar:—¿Por qué quieres divorciarte?En la puerta, Damián se giró con Aitana y miró fríamente a su antiguo amigo, con voz gélida:—Miguel, ¿sabes lo que estás haciendo? Si no estás en tus cabales, ve al hospital a que te revisen la cabeza.Miguel se levantó lentamente:—Estoy muy lúcido. Siempre lo he estado.—¿Y tú lo estás, Damián? Si lo estuvieras, sabrías que Aitana ya no te ama. Podrás retenerla uno o dos años, pero no toda la vida.Damián soltó una risa sarcástica:—Sigue siendo mi esposa.Miguel guardó silencio.Selene, a su lado, tiró suavemente de su manga y preguntó con cautela:—Miguel, ¿te gusta Aitana?Miguel asintió levemente.En ese momento, la copa en las manos de Selene se estrelló contra el suelo.En el estrecho ascensor solo quedaron Damián y Aitana.Ella se soltó bruscamente de
Desde su rincón, Damián se inclinó para apagar la colilla del cigarro.Su perfil era perfecto y sus dedos largos y elegantes; un simple gesto suyo bastaba para cautivar. Se levantó y su figura alta se acercó hacia ellos, posando suavemente una mano sobre el hombro de Aitana:—Aitana, nos vamos a casa.Un silencio sepulcral invadió la sala.Nadie esperaba que Damián fuera tan poco deportivo, ¿no se suponía que no le importaba Aitana?Además, Miguel era discreto. Decir algunas palabras ambiguas no era como si le estuviera robando algo preciado, ¿por qué reaccionaba tan exageradamente?Ni siquiera con aquella persona de años atrás había sido tan protector.¡Qué diferente era estar casado!Todos pensaron que ante esta muestra de sumisión de Damián, Aitana lo seguiría obedientemente a casa, se dedicaría a ser una esposa ejemplar y haría la vista gorda ante los escándalos de su marido, como toda señora Uribe inteligente.Pero Aitana no siguió el juego de Damián.Apartó suavemente su mano y c
”La esposa de Damián celebrando el cumpleaños de otro hombre a sus espaldas.”“Damián los descubre in fraganti.”“Aunque Damián no ama a Aitana, quizás esto no cause un escándalo.”Damián descansaba en el sofá de la esquina, vestido completamente de negro, fundiéndose con la oscuridad.Incluso en ese ambiente, emanaba un aire de nobleza que lo mantenía inmaculado, como una deidad distante en su pedestal.Sus ojos profundos observaban a Aitana en la entrada.Era evidente que se había arreglado especialmente para la ocasión:Un vestido de seda azul grisáceo que acentuaba su cintura, un largo collar de nácar blanco, aretes de diamantes con delicados flecos, y un bolso y reloj a juego.Se veía elegante y rebosante de femineidad.En algún momento, Aitana había cambiado.Se había vuelto más femenina, cautivando a todos los hombres con cada gesto, incluso a él mismo. Pero Damián creía que todo era obra de las hormonas, nada relacionado con el amor.Bastaba con satisfacer sus necesidades físic
Una semana después, Aitana se hizo con la tienda. La ubicación y el precio eran excelentes, así que firmó un contrato de cinco años y le entregó al propietario un cheque. Con el mercado tan flojo, el propietario estaba encantado con un contrato a largo plazo. El hombre se fue con prisa, y Aitana terminó su café, un hábito de años.De pronto, una voz dulce la interrumpió: —Aitana.Aitana se sorprendió. Era Selene Valencia, la hermana de Miguel. Selene, aún universitaria, no era cercana a Aitana, pero hoy se mostraba excepcionalmente cariñosa, abrazándola con entusiasmo. La joven era tan alegre y encantadora que incluso Aitana, de carácter reservado, sintió afecto. Pidió a un camarero dos postres para Selene.Selene los devoró con deleite. Al terminar, recordó algo: —Mañana es el cumpleaños de Miguel, hay una fiesta, ¿vienes?El cumpleaños de Miguel. Aitana lo pensó un momento y declinó educadamente: —Probablemente no pueda.Selene, comprensiva: —Tranquila, Damián seguro que no irá, él n
Aitana regresó del hospital, y Damián la siguió.Aitana estacionó el auto y vio a Damián esperándola afuera; su auto estaba estacionado bajo un árbol, un poco más adelante. Cuando Aitana bajó, Damián le cerró el paso.—Tenemos que hablar —dijo.Aitana lo esquivó y se dirigió al ascensor.—Damián, no tenemos nada que hablar. Nos vemos en la corte —dijo, y subió al piso de su apartamento, seguida por él.Aitana no lo dejó entrar. Una vez dentro, con la espalda apoyada en la puerta, sintió el peso de la situación. Damián había sido toda su juventud; olvidarlo era doloroso, terriblemente doloroso…Aitana se tomó un tiempo para recomponerse, se puso su bata y se fue a duchar. Ya no le importaba si Damián se iba o no.La noche se profundizó. Las luces de las ventanas se fueron apagando una a una. En el auto negro estacionado en la planta baja, una luz tenue brillaba. Un hombre vestido de negro estaba sentado, inmóvil, pero con una aura de elegancia innegable.Damián estaba mirando su teléfon
Aitana no quería enfrentarlo, así que inventó que iba al baño.Se apoyó contra la pared, sumida en un silencio pensativo, esperando a que Damián se fuera con discreción.Aproximadamente diez minutos después, la puerta del baño chirrió al abrirse, un rayo de luz blanca se filtró por la rendija, y luego Damián entró a tientas.En el espacio oscuro, solo estaban ellos dos.Aitana evitó mirarlo, negándose a comunicarse con él.Damián se acercó a ella, su imponente figura la envolvió, y él tocó suavemente su rostro, con una voz ronca y suave: —¿Te duele todavía?Aitana apartó la cara con fuerza.Ella aborrecía su contacto, lo demostraba claramente.Pero Damián no era un hombre fácil de despachar. Se colocó entre sus piernas, sujetándole suavemente la barbilla con una mano, acariciándole la cara. Su expresión era de gran ternura, pero a los ojos de Aitana era sumamente irónica.Aitana intentó apartar su mano, pero Damián la sujetó.Le tomó la muñeca con firmeza, sin decir nada, mirándola fij