Ante este pensamiento, él se sintió tan agraviado que quiso mover su cabeza, ¡para despertarla para poder razonar y discutir con ella! ¡A ver quién era el razonable! Pero al pensar en que ella finalmente se había quedado dormida, agotada por sus llantos y gritos, no podía soportar despertarla.Se acostó de lado y la miró. Todavía tenía lágrimas en los ojos. Sus cejas estaban apretadas, su expresión tan decidida como siempre, tan decidida que estaba dispuesta a morir para conservar su dignidad. Ella lo regañó y le pidió que se fuera.“¡Ja!”. De repente se rio en la oscuridad de la habitación. Ahora que lo pensaba, ¿había una segunda persona en toda Ciudad del Sur que se atreviera a regañarlo así? Sin mencionar a las mujeres, o incluso a los hombres, incluidos los veteranos del Grupo Ford, como su padre, Sean, y su abuelo, Henry, ¿quién de ellos se atrevería a gritarle así? ¡Ella era la única! ¡Sabrina Scott! Como una mujer enloquecida, lo golpeó y le dio puñetazos, lo mordió y lo mald
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