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Capítulo 38: Besos sangrientos

Punto de vista de Dee

Algo andaba mal con Chase Bradley.

No podía expresar con palabras la extraña desconexión que sentía hacia él, pero sabía que estaba ahí. No estaba en su personalidad ni en sus acciones. Chase era como el Príncipe Azul, casi demasiado agradable y simpático para ser otra cosa que una especie de personaje unidimensional. Es como si tuviera un guión para cada respuesta que una de las mujeres de nuestro grupo le lanzaba, y quienes lo conocían bromeaban sobre cómo estaba “dando respuestas de espía” y cómo debía trabajar para la CIA.

El color favorito de Chase era el azul, y si lo presionaban para nombrar un tono o el motivo, recurriría solo a los clásicos de ser calmante o atrevido. Su comida favorita eran las buenas hamburguesas con papas fritas, pero nunca era poético sobre el sabor como lo haría Whitney con su pizza o tenía una sonrisa secreta en su rostro cuando le daba un mordisco como Molly. Le gustaba la música, pero nunca nombró a ninguna banda. V
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