Capítulo 10: Soy tu amigo.

*Della*

Rodándome de lado, lista para continuar con mi cómodo sueño, sentí una suave brisa acariciar mi rostro. Cerrando los ojos con fuerza, me pregunté de dónde vendría esa brisa. El aire suave volvió a golpear mi cara, provocando un hormigueo debajo de mi piel. Estaba tan cerca de mi nariz que tuve que inhalar ese aire.

Obligándome a abrir los ojos, lo primero que vio mis ojos somnolientos fue el rostro del Sr. Cary. Rápidamente cerré los ojos de nuevo, pensando que todo estaba en mi cabeza, solo para abrirlos y ver su rostro nuevamente.

"Señor. ¿Cary? Lo llamé en un susurro, pero no obtuve ninguna reacción por su parte. Estaba profundamente dormido.

Mis ojos recorrieron incómodamente desde su rostro hasta su cuello. Su cuello estaba bastante expuesto porque dos de sus botones superiores estaban quitados. Me quedé mirando su cuello desnudo durante unos segundos antes de volver a mirar su rostro. "Es tan guapo incluso cuando duerme", pensé.

Quería levantar la mano para tocar su rostro cuando me di cuenta de que mis manos estaban entrelazadas con las suyas. Mis cejas se arrugaron mientras miraba mi mano sosteniendo la suya firmemente.

¿Por qué lo estoy reteniendo? ¿Lo sostuve así durante toda la noche? ¿Qué paso anoche?

Varias preguntas vinieron a mi cabeza mientras intentaba descubrir qué había sucedido la noche anterior. Luego comencé a juntar las piezas poco a poco. Recordé haberme emborrachado en el club y haber sido acosada por un hombre, y también recordé haber sido salvada por el Sr. Cary.

No podía recordar cuándo ni cómo llegamos a casa y cómo terminamos dormidos en mi cama. Pero no me importó. Estaba feliz de que estuviera conmigo durante toda la noche.

Mis labios se curvaron cuando volví a mirar su rostro. Al acercar mi rostro al suyo, nuestras narices se tocaron ligeramente. Mis ojos se posaron en sus labios y me negué a alejarme por mucho que lo intentara. Algo muy dentro de mí sintió un fuerte deseo de probar a este hombre. Tenía mucha curiosidad por saber cómo se sentían y sabían sus labios.

Me mordí los labios inferiores lentamente mientras mi cabeza se inclinaba para tener más acceso a sus labios. Mis labios rozaron los suyos ligeramente, provocando que se me pusiera la piel de gallina. No pude detenerme allí. Quería más. Cubrí sus labios con los míos y cerré los ojos. Mordisqueé muy suavemente sus labios, queriendo separarlos con mi lengua, pero no lo hice.

Sus labios eran suaves y chupables. Quería más, pero tuve que contenerme. Inspiré profundamente mientras me obligaba a romper el beso antes de que me atraparan. Mi cara todavía estaba a centímetros de la suya cuando se giró. Mis ojos se abrieron de golpe mientras retrocedía. Solté mi mano de la suya y esto lo despertó.

Levantó la cabeza y se volvió para mirarme. Estaba en el otro extremo de la cama, sonriéndole como si no le hubiera robado un beso mientras dormía.

“Della. ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?" Su voz ronca fue difícil de resistir. Aunque sus ojos parecían un poco hinchados, todavía lucía perfecto.

"Estoy muy bien, gracias. ¿Cómo estás?" Respondí, bajando la cabeza tímidamente.

Era como si sus ojos brillantes estuvieran escudriñando mi alma. Su mirada me abrumó y me hizo querer sucumbir a cualquier cosa que me pidiera en ese momento.

"Estoy bien. Me alegro que te sientas mejor. Lamento haber tenido que dormir en tu cama sin tu permiso”, respondió y se levantó de la cama.

Levanté la cabeza y lo miré. “No, señor Cary. No tienes que disculparte conmigo. Debería disculparme por causarte tantos problemas”, respondí y también me levanté de la cama.

Él sonrió dulcemente y sacudió la cabeza. "Está todo bien. Era lo mínimo que podía hacer. Me alegro de que te sientas mejor ahora”. Recogió la chaqueta del traje del sofá.

“De todos modos debería disculparme y agradecerte. Siempre estás apareciendo a mi lado cuando más te necesito. Muchas gracias”, pronuncié y él sacudió la cabeza.

Se acercó y se paró justo frente a mí. Levanté la cabeza para mirarlo y nuestros ojos se encontraron.

“Te lo prometí, Della. Siempre estaré aquí para ti."

Mis ojos buscaron los suyos mientras sus palabras acariciaban mi corazón sanador. Mis ojos volvieron a caer débilmente sobre sus labios. Lo deseaba muchísimo, pero ¿cómo se suponía que iba a decirle esto?

'Él es el mejor amigo de mi padre. Él tiene 43 años. Pensará que estoy loco si alguna vez le digo que lo quiero', pensé y rápidamente miré hacia otro lado. Acaricié mis dedos nerviosamente, ya que todavía podía sentirlo mirándome.

“Simplemente no vuelvas a beber tanto. Estaba tan preocupado por ti. ¿Qué pasa si no llego a tiempo? Ese hombre te habría lastimado”. Habló melifluamente.

Levanté la cabeza y volví a mirar su rostro. Pude ver la preocupación escrita en todo él.

“Lo siento, señor Cary. Quería olvidarlo todo”, murmuré, sintiéndome avergonzado de mis acciones.

Antes de que pudiera bajar la cabeza con tristeza, me atrapó la cara colocando su dedo debajo de mi barbilla y levantó mi cabeza. “No te sientas mal por eso, Della. Te entiendo perfectamente y no te culpo por reaccionar de esa manera. La próxima vez, si quieres beber, hagámoslo juntos”.

“¿Beberás conmigo?” Le pregunté con asombro, y él se rió y asintió.

"Por supuesto. Ese bar al que fuiste es mi bar favorito en Santa Mónica. Voy allí a beber todos los viernes. Sólo para aclararme la cabeza. Así que la próxima vez, si quieres beber, dímelo. Iremos juntos. Entonces podré mantenerte alejado de esos imbéciles”.

Sonreí ampliamente y asentí. "Bueno. Gracias, señor Cary”, respondí y él también asintió.

“Debería irme a casa ahora. Ayer no pude volver a casa con Dave y sé que está bastante enojado conmigo”.

"Oh", murmuré y asentí. "Sí, eso es verdad. Deberías regresar a casa ahora”. Caminé hacia la puerta.

Podía sentirlo caminando detrás de mí. Estaba tan nervioso que no podía levantar los pies del suelo correctamente.

'¿Debería simplemente dejarlo ir? ¿No puedo retenerlo aquí una hora más? Pensé. Lo iba a extrañar mucho si se iba en ese momento y no estaba preparada para eso.

“Errmm… Sr. Cary, ¿quiere un poco de café antes de irse? Apuesto a que eso no sería un problema, ¿verdad? Me volví para mirarlo.

Él sonrió y sacudió la cabeza. "No tienes que..."

“Solo para decirte gracias por ayudarme ayer. Noté que mi colcha también había sido cambiada. Sé que debo haberte causado muchos problemas. Por favor, déjame hacerte café”, insistí, esperando que dijera que sí.

Sabía que era egoísta de mi parte tenerlo conmigo a pesar de que tenía que estar con su hijo, pero aun así quería hacerlo de todos modos.

"Bueno. No hay problema”, respondió, y sentí mariposas en el estómago. Estaba tan emocionado que quería saltar, pero mantuve la calma.

"¡Excelente! Iré a la cocina a prepararlo lo antes posible”, pronuncié mientras bajaba corriendo las escaleras hacia la cocina.

La máquina de café giró mientras yo preparaba café para el señor Cary. Mientras vertía el líquido caliente en una taza alta de cerámica, sentí una presencia junto a la puerta. Miré y lo vi mirándome desde la puerta, apoyando su hombro contra el marco.

"¿Estás bien?" preguntó de nuevo y yo sonreí.

"¡Sí! Estoy muy bien. No tienes que preocuparte por mí”, respondí.

“Eso será bastante difícil. Sé que ya no eres un niño, pero todavía no puedo evitar preocuparme por ti. No me perdonaría si te pasa algo malo cuando estoy cerca. Especialmente ahora que James no está en la ciudad. Necesito estar atento a ti”, explicó con los brazos cruzados sobre el pecho.

Sonreí levemente y asentí. Está preocupado por mí porque se siente responsable de mí, no porque le gusto como a mí me gusta él. Ahora lo entiendo.

"Gracias." La sonrisa en mi rostro se desvaneció lentamente.

Dejé la taza de café en una bandeja y salí de la cocina.

"Déjame tenerlo." Me recogió la bandeja y la llevó a la mesa del comedor. "¿Qué tal el tuyo?" preguntó.

“No hice uno para mí. No soy un fanático del café. Prefiero el té”, respondí, y él arqueó las cejas.

"¿En realidad? Qué lindo. A mí también me gusta el té, pero tomar café no es una mala manera de empezar el día”, dijo, y ambos nos reímos entre dientes.

Nos sentamos a la mesa del comedor y lo observé mientras tomaba un sorbo de su café. Sacó su teléfono y lo miró durante unos minutos antes de dejarlo a un lado. Mientras tanto, no pronuncié ninguna palabra y simplemente dejé que las voces en mi cabeza hablaran.

"¿Cuáles son tus planes para hoy? ¿Alguna salida? preguntó, finalmente rompiendo el silencio.

"No. Estaré en casa todo el tiempo”.

Exhaló un suspiro y sacudió la cabeza. “Ese no es un buen plan, Della. Lo último que necesitas es estar aquí solo”.

“Pero no tengo adónde ir. Puedo quedarme en casa y seguir escribiendo mi libro. No lo he actualizado desde la última vez”.

"¿Y estás seguro de que estarás bien solo?" preguntó, levantando una ceja.

Tragué fuerte y sacudí la cabeza. “Para ser honesto, señor Cary, no estoy seguro. No creo que esté bien solo, pero aquí no tengo otra opción. No tengo amigos con quienes salir”.

"Me tienes. ¿Has olvidado? Soy tu amigo, ¿no?

Me reí entre dientes y bajé la cabeza tímidamente. “¿No es extraño llamar amigo a un hombre mayor?” Le pregunté y él soltó una pequeña risa.

"Por supuesto que no. Me estás haciendo sentir tan viejo. Ser amigo de alguien no tiene nada que ver con la edad, Della. No es la gran cosa."

¿No es la gran cosa? Lo miré durante unos minutos antes de finalmente hablar.

"Está bien", asentí.

"Excelente. Me preocupa dejarte sola, Della. ¿Quieres venir a casa conmigo? Quiero decir, si quieres”.

“Sí, señor Cary. Quiero hacerlo”, respondí casi de inmediato, haciéndolo reír.

"¡Excelente! Esperaré a que te refresques y seguiremos nuestro camino”.

Me puse de pie de un salto con entusiasmo. "Regresaré en unos minutos", dije, y corrí hacia las escaleras.

Me sentí tan bien sabiendo que pasaría más tiempo con el Sr. Cary.

Nunca quiero alejarme de él. Quiero estar siempre cerca de él porque él me hace feliz, más que nadie.