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Capítulo 38: Reprimenda en el baño
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El cielo prometido del Príncipe Capítulo 39: La última gota
Punto de vista de CruzMiro el baúl abierto en mi cama. No recuerdo cuánto tiempo estuve mirándolo. Probablemente esta vez hayan pasado algunas horas. Está completamente vacío al igual que la mochila de negocios que tengo en mi escritorio.Todo en mi cuerpo se resiste físicamente a empacar mis pertenencias. Claro, podría llamar a mi conductor o a alguien para que venga y lo haga por mí, pero postergar hacerlo yo mismo me hace sentir como si tuviera algún tipo de control sobre mi regreso a España.Sólo esto me hace feliz.No me quiero ir. Tengo una buena vida aquí. Tengo a alguien que me importa aquí.Refugio.Por mi vida, no puedo sacarla de mi mente. Quiero verla de nuevo. Tengo que volver a verla, pero ¿habrá tiempo suficiente?Como mínimo puedo hacerle una llamada rápida, ¿verdad? Tiene esta tarde libre. Tal vez hablar con ella ayude a aliviar todo este asunto de hacer las maletas.Agarro mi teléfono de la mesa y presiono su nombre y el botón
El cielo prometido del Príncipe Capítulo 40: Mi refugio
Punto de vista de HavenCamino completamente con los ojos vendados, confiando en que el hombre detrás de mí me guiará al lugar correcto.“Cruz, no entiendo adónde me llevas”, digo, extendiendo la mano involuntariamente y tratando de sentir algún tipo de pared a mi lado."Ahora Haven", me regaña suavemente, tirando de mi brazo hacia mi costado. "¿Dónde estaría la diversión si no hubiera suspenso?" Sonrío para mis adentros y golpeo mi cadera contra la suya, tirándolo ligeramente hacia un lado.Cruz llegó diez minutos antes de las ocho e insistió en que me llevara a algún lado, pero insistió en que me vendara los ojos. Estuve de acuerdo y me puse la venda en los ojos, asegurándome de besar a mis padres antes de irme. Sinceramente, todavía me siento un poco nervioso.Con la amenaza de Liliana todavía fresca en mi mente, no puedo evitar preguntarme si habrá alguien vigilándome cada segundo de cada día. Lo último que quiero hacer es meter a Cruz en más problemas de l
El cielo prometido del Príncipe Capítulo 41: Arrancado de My Haven
Punto de vista de CruzEs el frío de la mañana y el amanecer que extiende sus cálidos rayos de luz a través del cielo lo que me saca de mi sueño. El aire es fresco por la mañana. Evidentemente, el olor de la ciudad aún no ha manchado el día.Empiezo a estirarme cuando siento un peso contra mi pecho. Sabiendo cuál es este peso, sonrío para mis adentros y con cautela envuelvo mi brazo alrededor de su cintura y la acerco a mí. Haven está completamente desmayado, sobre mi brazo como un gatito dormido.Con cuidado, me estiro desde debajo de la manta que recuerdo vagamente envolviendo nuestros cuerpos desnudos, manteniendo el cuerpo de Haven cerca del mío. Joder, huele divinamente. Me inclino ligeramente y beso la parte superior de su cabeza, inhalando profundamente mientras lo hago. Se mueve ligeramente pero no se despierta.Durante los siguientes treinta minutos, observo cómo sale el sol por el borde del edificio y escucho los suaves sonidos de la respiración de Haven.
El cielo prometido del Príncipe Capítulo 42: Un millón de razones para quedarse
Punto de vista de HavenCuarenta y uno. Cuarenta y dos. Cuarenta y tres. Espera… ¿estaba contando bicicletas también? ¿O solo autos?Suspiro y me froto los ojos por lo que parece ser la millonésima vez.Contar coches era uno de esos juegos infantiles que mis padres y yo jugábamos todo el tiempo. Yo contaba cuántos autos pasaban que eran negros mientras mi mamá contaba los autos rojos y mi papá contaba los plateados.Solía ser muy divertido cuando era pequeña, pero de alguna manera ha perdido su diversión mientras estoy sentado aquí en las escaleras de mi edificio de apartamentos. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que se fue? Cruz dijo que sólo iba a estar un par de horas. ¿Se retrasó? ¿Surgió algo?Miro mi teléfono y abro la pantalla para ver la hora.Guau…Cuatro horas…He estado sentado aquí durante cuatro horas.Miro la hora y mi aplicación de mensajes por pura costumbre en este momento. Miro los mensajes que le envié a Cruz.Haven: ¡Oy
El cielo prometido del Príncipe Capítulo 43: Damas de honor y chantaje
Punto de vista de Cruz“No me pondré eso y no me casaré con Liliana. ¡No sé cuántas veces necesito decirlo! Gruño en voz baja mientras me siento, con los brazos cruzados, en la mesa principal. Mi madre está a un lado de mí mientras que el organizador de bodas está sentado al otro lado.Mi madre se inclina sobre mí y mira catálogo tras catálogo de diferentes vestidos, decoraciones del lugar y todo lo demás. Incluso hay una sección para pañuelos de diferentes colores que los hombres pueden poner en sus esmoquin.La carpeta que tiene el organizador de bodas está repleta de ideas e imágenes conceptuales. Se siente como un tablero de Pinterest antiguo con cientos de imágenes llenas de sueños de miles de chicas que quieren que su día especial sea único y al mismo tiempo lo convierta en un cliché y como todos los demás.Estoy completamente rodeada de ramos de flores frescas en miniatura destinados a las damas de honor y a la dama de honor. Hay alrededor de dos docenas de p
El cielo prometido del Príncipe Capítulo 44: El consejo de Daisy sobre citas
Punto de vista de HavenMe apoyo contra la pared del fondo y miro fijamente la pared frente a mí sin comprender. Mis pies han formado ampollas exactamente en el mismo lugar durante las últimas tres noches, haciendo un agujero en el costado de mi pie. No sé cómo es posible que los zapatos se coman los pies, pero los que decidí usar durante las últimas tres noches deben haber formado algún tipo de pacto para hacerme miserable.De la forma más sarcástica, perfecto.Así es como me siento por dentro y por fuera: miserable.Miro y veo a las otras chicas sonriendo y riendo. Obviamente mantienen el status quo mientras se rocían brillantina en los senos y se arreglan el maquillaje y el cabello. Ojalá fuera como ellos. Desearía poder amarlos y dejarlos mientras desfilo hacia el siguiente chico.Desde que Cruz se fue, sentí este vacío enfermizo comprimiendo mi pecho. Me duelen partes de mí que no sabía que tenía. Me duele el pecho con cada latido de mi corazón.Todav
El cielo prometido del Príncipe Capítulo 45: Catástrofe de cita a ciegas
Punto de vista de HavenHay ajetreo y bullicio a mi alrededor. Siento que la parte de atrás de mi cerebro quiere intervenir y ayudar a los camareros y a las camareras, pero no puedo.Este no es mi lugar de trabajo.Este no es mi trabajo.Esta es una cita.Una cita genuina con un chico que nunca había conocido hasta hoy.Daisy, mi mejor amiga, decidió que sería una buena idea ponerme en contacto con un chico y, sinceramente, debería haberlo sabido mejor. Daisy tiene esta idea sobre cuál es mi gusto por los hombres y, desafortunadamente para este chico, no cumple con los requisitos. Puede que sea en parte mi tipo, pero también es tan emocionante como cultivar hierba.Nos reunimos en el restaurante ya que necesitaba terminar algunas cosas en mi trabajo antes de la cita. Fue solo una caminata rápida por el camino hasta el lugar donde íbamos a ir a comer. También fue una ventaja porque ambos madrugamos temprano y queríamos evitar las prisas de la cena, así
El cielo prometido del Príncipe Capítulo 46: ¿Qué es mejor?
Punto de vista de HavenEstoy completamente en shock.El padre de Cruz está al otro lado de la puerta. ¡Mi puerta!Mi corazón de repente está en mi garganta. La compresión que sentía antes no es nada comparada con la ansiedad que me aplasta ahora.¿Qué diablos está haciendo aquí? ¿Qué es lo que quiere? ¿Vino aquí por error? ¿Está aquí para reprenderme? ¿Insultarme y hacerme sentir como si no fuera nada? ¿O es algo para ayudar a atar los cabos sueltos? ¿Está aquí para hacerme firmar algún tipo de acuerdo por el que nunca volveré a hablar con Cruz ni a mencionar nuestra participación nunca más?De repente mi boca se siente más seca que el Mar Muerto y me doy cuenta de la única manera de obtener respuestas.En silencio, abro la puerta y la dejo abierta. Me encuentro con esos ojos oscuros, muertos, parecidos a los de un tiburón, en el momento en que la puerta se abre un poco. Abro la puerta lo suficiente para que mis hombros se ensanchen antes de ofrecer una s
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