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Capítulo 2

Author: 花淘
Santiago hizo una pausa mientras se vestía y la miró de lado: —¿Qué pasa? No me digas que te quedas con ganas.

Julia apretó los labios. Para él, ella solo existía para una cosa: la cama.

Apretando los dedos con más fuerza, Julia respondió indignada: —Exacto, ¿quién te dijo que no comieras lo que prepare? ¿De verdad te crees tan bueno? ¡Esta noche no irás a ninguna parte!

Santiago raramente la veía comportarse así, enfadada como un erizo. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, pero su voz era indiferente: —Julia, no empieces de nuevo.

Dicho esto, soltó la mano con que ella agarraba su camisa y abandonó el dormitorio.

El sonido de la puerta al cerrarse rompió en pedazos su última pizca de esperanza.

Se dejó caer en la cama, completamente sin fuerzas, como un globo desinflado.

Tres años atrás, el día de su boda, Santiago había hecho lo mismo. Una llamada de esa mujer y se marchó, a pesar de que ella le suplicó que no lo hiciera. Él la abandonó sin dudarlo.

Ese día pasó toda la ceremonia de la boda sola, soportando las miradas extrañas de los invitados.

Incluso el certificado de matrimonio lo recogió el asistente de Santiago en su lugar.

Julia levantó la mirada hacia el reloj de la mesita de noche: la 1:35 de la madrugada.

Escuchó el sonido de la puerta de hierro de la villa al abrirse y cerrarse.

Se había ido.

Tres meses de viaje de trabajo, y ni siquiera pasó una noche completa en casa antes de irse de nuevo por esa mujer.

Julia caminó descalza hasta la gran ventana y miró el patio vacío, apretando los dientes mientras intentaban no llorar.

Pasó toda la noche en vela, y Santiago no regresó.

Julia entró al baño a lavarse la cara y al salir tomó su teléfono y marcó un número.

—Emma, envíame la información de ese caso que mencionaste. Acepto tomarlo.

Necesitaba ocuparse en algo, llenar su tiempo.

Durante estos tres años había aceptado ser ama de casa por Santiago, pero finalmente se dio cuenta: si ese maldito no la valoraba, ella debía valorarse a sí misma.

Una mujer siempre debería tener su propia carrera.

—¿Todo esto es en serio?

Al otro lado del teléfono, sonó la voz de alegría de Emma: —¿Finalmente decidiste volver a trabajar? Una abogada tan brillante como tú, renunciando a casos durante años por un hombre... ¡quién sabe cuántas oportunidades has perdido! Esta tarde iré al hospital a ver a un cliente, ¿tienes tiempo para venir y ponerte al día con el proyecto?

—De acuerdo —respondió Julia secamente.

Emma notó que algo no andaba bien con Julia: —¿Sucede algo? Te siento algo desanimada.

Julia, Natalia...

La mente de Julia volvió a ese nombre en la pantalla del celular de Santiago.

Negó con una mueca, contestó: —No es nada. Nos vemos esta tarde.

*

Julia llegó al hospital media hora antes de lo acordado.

Su expresión era lejana. El Hospital Nuevo Amanecer era el mejor hospital privado de Nueva Arcadia, pero era propiedad de los Rivera, ¡actualmente bajo el nombre de Santiago!

Julia no quería encontrarse con Santiago; temía que sus emociones, apenas controladas, se derrumbaran.

Pero la ley de Murphy siempre se cumple. Lo que más temes es lo que siempre ocurre, inevitablemente sucederá.

Frente a ella, una mujer en silla de ruedas conversaba animadamente, sus ondas de pelo largo complementaban perfectamente su radiante rostro. Santiago tenía una mano apoyada en la silla de ruedas de Natalia y en la otra sostenía su teléfono, con el ceño fruncido.

Al ver a Julia, su expresión se endureció como piedra.

Julia sintió una punzada incontrolable en el pecho y quiso fingir que no los había visto para marcharse.

—¡Julia! —una voz melodiosa sonó a lo lejos.

Julia se quedó inmóvil de golpe.

Santiago seguía sosteniendo el teléfono, con expresión fría y severa, mirando de forma fija a Julia como si hubiera cometido un crimen.

Julia sonrió amargamente. Este era Santiago.

Cuando se trataba de algo relacionado con Natalia, siempre la atacaba primero a ella, sin importar si había hecho o dicho algo.

Natalia sonrió y giró hacia Santiago: —Santiago, ve a atender bien tu llamada. Julia puede llevarme de vuelta a mi habitación.

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