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Capítulo 381

—Jajaja, rio a carcajadas Simón, y lentamente dijo: —¿Hablas en serio? ¿Qué puedes hacerme?

En ese momento, Darío intervino en tono serio: —¿Cómo te atreves a ser tan arrogante frente al jefe de mi familia?

—¿Ya olvidaste la lección de hace un rato? Simón miró fijamente a Darío, quien inmediatamente retrocedió, claramente afectado por el recuerdo de lo sucedido.

Simón soltó una risa burlona, y Elio, furioso, exclamó: —Hombre, nunca había visto a alguien tan presumido como tú.

—¿Ah sí? Pues hoy ya lo has visto, respondió Simón sonriendo.

En ese momento, Elio frunció ligeramente el ceño y, poniéndose de pie, dijo con las manos a la espalda: —Parece que solo nos queda resolver esto con nuestras propias manos.

—También lo estaba pensando, pero ¿qué tal si cambiamos de lugar? Aquí está un poco apretado, propuso Simón.

Elio afirmó: —Vale, vamos al campo. Si mueres, dejaremos que Leo Aragón te entierre allí mismo, para no causar problemas.

—Eso está por verse. Vamos, dijo Simón con una sonris
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