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Capítulo 1836

—¡Eso no es seguro!

Una voz resonó de repente, haciendo que Pelayo alzara la vista. Un hombre envuelto en una túnica negra, con su figura completamente oculta bajo la capucha, emergió detrás de Simón.

Pelayo sintió la energía espiritual que emanaba de aquel hombre encapuchado, junto con un rastro de poder destructor.

—¿Quién eres? ¿Acaso tú eres…?

—Así es, señor Pelayo, en efecto, soy yo a quien te imaginas.

Baelor se quitó la capucha, miró directamente a Pelayo y esbozó una sonrisa fría: —Aunque puede que esto no sea del todo justo, grupo Fuente Verde nunca me ha dado trato justo alguno. Señor Pelayo, le advertí antes: su puesto será mío tarde o temprano.

—Y si deseo ocupar su lugar, señor Pelayo, es evidente que primero debo derrotarlo a usted. De otro modo, ¿qué derecho tendría para sentarme en su sitio?

—¡Pero como se atreve!

Con los ojos llenos de ira y teñidos de sangre, Pelayo fulminó a Baelor con la mirada: —¡Maldito! Debiste haber muerto hace tiempo. Jamás pensé que seguirías
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