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Capítulo 1825

Simón miró a la señora Bryndis, pero ella solo pudo negar con la cabeza. Después de todo, todos esos objetos de la colección estaban guardados juntos, y no podía distinguir cuáles pertenecían a su padre y cuáles a su abuelo.

—Es cierto, recuerdo haber visto estos guantes de cuero cuando era niño. Mi padre los cuidaba con mucho esmero.

—¿Y usted sabe cuál es su origen?

Simón observaba a Caldrin con esperanza, buscando en sus palabras la respuesta que tanto anhelaba. Sin embargo, Caldrin sacudió la cabeza y respondió: —No, aunque mi padre los apreciaba demasiado, nunca me habló de su origen.

Ante esa respuesta, Simón no pudo evitar sentir una profunda decepción. Se levantó y dijo: —Ya veo. Bueno, no quiero molestarlo más. Descanse, señor Caldrin. Me retiro por ahora.

Simón estaba a punto de marcharse cuando la voz de Caldrin lo detuvo: —Espera un momento.

—¿Qué sucede?

Simón se dio la vuelta para mirarlo. —Señor Caldrin, ¿necesita algo más?

—¿Podría dejarme ver los guantes de nuevo? —le
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