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Capítulo 1598

—¡Toc, toc, toc...!

En la puerta oxidada de una vieja casa en las afueras, Simón levantó con cuidado la mano y tocó. Después de esperar un buen rato, un anciano discapacitado con las piernas amputadas salió con gran dificultad a abrir la puerta.

—Joven, ¿a quién busca?

El anciano, al ver la cara desconocida de Simón, preguntó curioso con una expresión de desconcierto.

Al escuchar esto, Simón sonrió y preguntó con agrado: —Señor, ¿esta es la casa de Ismael?

El anciano se puso de inmediato en guardia al oír la pregunta de Simón, lo miró detenidamente y luego respondió con otra pregunta: —¿Qué relación tienes con Ismael? ¿Dime, por qué lo buscas?

Viendo la actitud cautelosa del anciano, Simón se dio cuenta en ese momento de que obtener pruebas no sería tan fácil como pensaba.

Después de pensarlo un poco, Simón tuvo una brillante idea. Sacó de repente la tarjeta de presentación que Moisés le había dado y se la mostró al anciano mientras le decía: —Señor, soy el secretario de Moisés, el res
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