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Capítulo 1397

Mientras tanto, Abel ya estaba en la Isla Lacustrina, concentrado en su entrenamiento.

Cuando Daniela entró al restaurante, sus ojos escudriñaron el lugar con curiosidad antes de dirigirse rápidamente hacia Simón.

—Simón, ¿estás comiendo? ¿Y tus tres hermanas también están aquí? — saludó Daniela con gran calidez, acercándose a Simón y a María.

La proximidad entre Daniela y Simón no pasó desapercibida en ese momento para Alfeo, quien observaba atónito cómo se sentaban juntos, casi rozándose los hombros, una cercanía que parecía muy propia de amantes.

María y las demás, admirando a la hermana mayor, comenzaron a charlar animadamente con Daniela.

La mirada de Matías recorrió a los cuatro secuaces detrás de Simón, y luego los ignoró por completo.

No eran más que personas comunes, no había nada de qué preocuparse.

Simón, notando la incomodidad de Alfeo, le dedicó una sonrisa muy juguetona: —Señor Alfeo, aquí está Daniela. Dijiste que la conocías, ¿por qué no le das un saludo?

Alfeo, con e
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