—No… —murmuró Baby golpeándolo en el hombro—. ¡No puedes hacerme esto! No tan pronto…
Pero en su rostro Connor no pudo ver negación, sino miedo. Baby tenía miedo de aceptarlo y él había fundado cada uno de los cimientos para ese miedo.
—No hay otro momento, nena —le dijo con suavidad—. Pueden pasar cinco, diez, quince años, y lo que te hice no se irá, Baby. No vas a olvidarlo nunca, porque no estuve cuando debí estar, porque te dejé sola. Y eso no desaparecerá. —Connor suspiró con tristeza—. Pero si de algo puedes estar segura es de que yo tampoco lo olvidaré. Pasé un infierno para regresar a ti, amor, y no quiero volver a perderte por nada del mundo.
—Pero casarnos… Connor, es demasiado precipitado.
—Lo sé. Pero yo lo quiero y tú lo quieres. Y solo uno de los
Regresar a Los Ángeles representaba un paso enorme para Baby, Connor lo sabía, así que todo aquel nerviosismo que no la dejaba casi respirar estaba permitido.—¡Hey! Yo puedo quitarte eso —sonrió Connor haciéndole un guiño coqueto y tomando su mano, y Baby tuvo que echarse a reír. Sugerirle tener sexo en medio de la cabina de primera clase era absolutamente impropio de un abogado como él.—Claro que sí, y saldremos en las noticias de la mañana —respondió dándole un beso que en lugar de calmarlo solo consiguió excitarlo más.—Creo que tú y yo tendremos un severo problema matrimonia —le avisó.—¿Sí? ¿Cómo será eso? —lo provocó ella metiendo una mano debajo de la manta de viaje y acariciando su entrepierna con un gesto posesivo que lo estremeció.
—Ya no tienes remedio —se burló Jacob cuando lo visitó al día siguiente—. Te has vuelto un romántico empedernido.Connor sonrió mientras paseaba junto a él por el jardín con su hijo en los brazos.—¿Lo dices por la casa? No es nada del otro mundo, solo quería que Baby y Sam estuvieran cómodos —respondió Connor—. Luego ya no me pude contener y la llené de chucherías, lo reconozco.Jacob se rio sin poder disimular su alegría.—Todavía recuerdo el día que la conociste, estábamos en el Spectrum y dijiste que tus reglas eran simples: El trabajo es lo primero, el amor no existe, y mi único compromiso es con la justicia.Connor asintió pensativo al recordar aquello.—Parece que fue hace siglos. Supongo que todas esas reglas se fueron al demonio. El amor sí existe,
—De verdad que uno a veces se encuentra las coincidencias más extrañas en la vida.Aquella voz hizo que Baby se tensara, reuniera entereza y se girara con una sonrisa para darle la cara al Honorable Juez Ordaz.—¿Disculpe, Su Señoría?—¡Oh, no tienes que llamarme así! Estoy fuera de la corte…—No lo hago porque estemos o no en la corte, lo trato de «usted» porque no lo conozco, y tengo la costumbre de ser muy respetuosa con la gente que no conozco.A Ordaz se le borró la sonrisa en un solo segundo. Era una declaración bastante clara de que no se conocían ni tenían absolutamente nada que ver. Pero aquel hombre había vivido durante demasiados años siendo precavido, aprendiendo a tapar sus mentiras una a una; y no estaba dispuesto a correr ningún riesgo, especialmente cuando se trataba de su vida y su reputa
Connor parecía un toro de lidia en plena embestida. La desesperación de no encontrar a Baby había dado paso a la rabia, a la frustración y a la seguridad de que estaba en peligro. Su instinto se lo gritaba.Jackson se acercó rápidamente a ellos, dándose cuenta por sus caras de que algo sucedía y Jacob se lo explicó en dos palabras:—Baby desapareció.—¡Mierda! —gruñó el periodista—. Estaba aquí hace diez minutos, la vi hablando con Ordaz y luego contestó a su teléfono…—Quizás haya salido de la sala para hablar más tranquila… —murmuró Jake dirigiéndose a Connor. Era una posibilidad.—Hay seis malditas puertas en este salón, empiecen a buscar —ordenó Connor y él mismo se dirigió a una de ellas.Jackson y Jacob corrier
Fueron como palabras mágicas. A Jackson le habían bastado unos pocos segundos para reconocer posiblemente el número más importante en aquel teléfono. —OK, tenemos que salir de aquí, no podemos estar hablando sobre esto en un corredor —dijo Jacob y los empujó hacia el ascensor más cercano. Subieron hasta el despacho y Jackson se sentó en la computadora de la oficina de Connor para acceder a uno de los sitios seguros donde había almacenado información. —¿Recuerdan que hace meses, antes de que Connor se fuera a España, sacamos los registros telefónicos de los cónyuges de todas las víctimas de los accidentes? —les preguntó. —Sí —respondió Connor—. Tenían llamadas cada dos o tres días al mismo número desde unos tres meses antes de los accidentes. Y luego se detenían el día antes de que sucedieran. —¡Exacto! Pero eso no nos llevó a ningún lado… o mejor dicho, nos llevó a la sede de «Eliminación de Plagas Hermanos James. ¡Acabamos con todos tus bicho
Connor le abrió la puerta de la limusina a Baby y la ayudó a subir y a acomodarse.—¿Al hospital o a la casa? —preguntó entre dientes porque necesitaba aguantarse el coraje de alguna forma.—A la casa. Vamos a casa.—¿Estás segura? —insistió.—Solo quiero irme… —murmuró ella—. Lamento si esto arruina tu noche pero no tengo fuerzas para seguir sonriéndole al colectivo de cretinos.Connor se aguantó la carcajada. Hacía más de un año habían tenido una discusión seria por otros cretinos muy parecidos. Tomó su mano y le besó la palma con reverencia.—Yo tampoco. La verdad es que también quiero irme a casa ya, extraño a Sam… así que gracias por darme una excusa.Baby puso los ojos en blanco, sabía que solo lo decía por com
A Connor realmente no le importaba que no pudieran usar aquella evidencia en la corte, era más que suficiente para que un fiscal de distrito supiera lo que se iba a encontrar si llegaba a solicitar una orden por los estados bancarios de Jason Miller. Tomaron fotos de todos los expedientes que parecían tener alguna relevancia y salieron de allí, fijándose en que hubieran dejado todo exactamente como lo habían encontrado.Baby se quedó asombrada cuando los vio llegar a la casa con toda la actitud. Se metieron al despacho de Connor y estuvieron casi dos horas imprimiendo y marcando registros como si se les fuera la vida en ello.Para las doce de la noche, Connor y Jackson se echaron atrás en las sillas y se miraron con seriedad.—Él lo hizo —aseguró Connor.—O lo encargó —respondió Jackson—, pero definitivamente el cerebro detrás de esos accident
Baby pestañó con nerviosismo cuando se dio cuenta de lo que aquello significaba. Mireya se sentó en uno de los sillones y meció a Sam, mientras Baby abría aquella agenda y revisaba todo lo que había escrito en ella.Mireya había detallado los movimientos de Tadeo y de Jason en los últimos cinco años. Cada vez que viajaban, cada vez que conocían a un cliente o a alguien nuevo, cada cosa que a Mireya le parecía extraña la anotaba, incluso tenía fotografías o copias de los boletos de avión que habían usado.Aquel libro era una pequeña mina de oro para poner en perspectiva todo lo que habían hecho los dos. Pero lo que sin dudas llamó la atención de Baby fueron los viajes que había hecho Jason. Podía reconocer un par de lugares donde habían ocurrido los accidentes, y no quería decírselo abiertamente a
BABYUn libro de Valeria AdamsBestseller del New York TimesNúmero uno en el ranking de ventas por catorce semanas.Al final del set de grabación, aquel anuncio aparecía y se desvanecía en la pantalla en grandes letras negras, junto a su foto y las últimas novelas de su serie.Valeria dejó de prestarle atención por un segundo a la chica que la maquillaba y cerró los ojos. Hacía un año y medio que se había sentado en aquella misma butaca, llena de esperanzas por su siguiente libro, y ahora llegaba aquel set con otro bestseller y el corazón roto.El director del programa dio la orden de grabar y Valeria forzó una sonrisa que le salió demasiado bien.—Valeria, ¡qué placer tenerte de nuevo con
Siete meses despuésBaby no pudo evitar sonreír ante la primera contracción.—¡Connooooor! —-gritó y lanzó una carcajada cuando lo vio derrapar sobre el suelo de la sala, mientras Sam hacía exactamente lo mismo detrás de él.—Mami ¿ya viene? —Sam y su padre habían estado las últimas semanas esperando aquel momento y preguntando cada cinco minutos.—¡Ya viene! —confirmó Baby respirando con dificultad.—¡Genial! ¡Voy a tener una hermanita! ¬—gritó Sam con alegría.—O hermanito ¬—lo reconvino su padre—. Todavía no sabemos qué será.En ninguna de las ecografías Connor y Baby habían querido saber el sexo del bebé, pero Sam no dejaba de insistir en que sería una hermanita.
Tres años después.La luna de miel en Venecia había sido perfecta, y Baby y Connor habían procurado alargarla durante los últimos tres años.Baby había terminado su licenciatura en Stanford hacía algunos meses, y ahora estaba allí, en la ceremonia de su graduación, mientras Connor la miraba orgulloso mientras cargaba a Sam.—Oye, ¿crees que a mamá le guste su regalo? —le preguntó Connor y su hijo se encogió de hombros haciendo una mueca de que no sabía.—A ella le gustan los libros —respondió como si eso fuera más que suficiente.—Tienes razón —suspiró Connor con confianza—. Le gustará.Baby bajó del escenario con su diploma en la mano, entusiasmada porque por fin después de todo el esfuerzo de llevar una casa, un matrimonio y un beb&e
—¡Sí…! ¡Sí!Era un Sí enorme, gigante, esperanzado. Era un Sí para dejar atrás todas las dudas que había sentido alguna vez.Connor se levantó y la levantó, abrazándola y haciéndola dar una vuelta en el aire.—Gracias, amor. ¡Te juro que no vas a arrepentirte!La besó suavemente, enredando la lengua con la suya, explorando cada centímetro del interior de su boca hasta que el calor comenzó a subir entre los dos. Acarició su espalda, sus manos bajaron, apretando sus nalgas, subiendo su vestido poco a poco hasta encontrarse con la piel desnuda y preciosa. Sus manos se deslizaron hasta el nacimiento de sus muslos y la levantó, haciendo que enredara las piernas alrededor de su cintura.—Connor… no podemos hacer esto… —gimió ella—. Estamos… cualquiera nos puede ver&hell
Baby miró alrededor del campus, mientras Connor se acercaba a ella empujando el cochecito donde dormía Sam. Corrió hacia ellos en cuanto los vio y se lanzó al cuello de Connor, que la levantó, besándola.—¡Entré! ¡Entré! —gritó sacudiendo aquel papel mientras reía emocionada.Connor la inclinó como si hubieran estado bailando y la besó sin importarle que hubiera gente mirando.—¡Sabía que lo conseguirías! —exclamó con certeza—. Eres la mujer más linda, más sexy, más inteligente y talentosa que he conocido, por eso me enamoré de ti.—¡Auch! ¡Tú quieres cariñitos esta noche! —lo acusó ella riéndose.—Eso también. Pero muéstramela, quiero verla.Baby le entregó la carta de aceptació
—¿Qué es lo que pasa?Aquellas eran palabras simples, pero entrañaban un significado peligroso y Baby lo sabía.—El fiscal me pidió que pasáramos por su oficina en la tarde —respondió Connor—. Dice que tiene que ver con tu identidad.Baby se puso tensa y él la alcanzó en un segundo. La estrechó en sus brazos y la besó con suavidad.—¡Hey! No creo que sea nada malo, y tú necesitas dejar de preocuparte de esa manera —la regañó—. Ya no estás sola, no estás desprotegida, y sea lo que sea que tengamos que tratar con el fiscal, lo resolveremos. ¿De acuerdo?La muchacha asintió, refugiándose en él y sintiendo por primera vez después de muchos años que todo por fin estaba en su justo lugar.—Lo siento, estoy nerviosa por todo.—Yo t
Nunca en toda su vida Connor había sentido una desesperación peor que aquella, y sabía que afuera de aquel lugar, toda la gente que lo quería se sentía igual, pero no podían entrar repartiendo balazos cuando el edificio estaba comprometido.Cuando el primer disparo hizo eco en el vacío, Connor supo que aquel sitio se convertiría en un infierno de un momento a otro. Se echó sobre Baby, cubriéndola con su cuerpo y rogando por que aquellos dos infelices se mataran el uno al otro antes de poder lastimarlos o hacer que uno de los balones de gas explotara… pero ese era un pensamiento demasiado ambicioso.El cuerpo de Vanderville fue el primero en tambalearse al ser impactado por una bala. Connor lo vio hacer una mueca como en cámara lenta y apretar el gatillo. Era terrible, pero era la oscura realidad que vivían y no podía terminar de otra manera.Se afanó sobre la
—Me está siguiendo.Connor no tuvo que mirar en el espejo retrovisor más de tres veces para darse cuenta de que el sedán plateado de cristales oscuros había doblado dos veces en las mismas esquinas que él. Jackson le había enseñado muy bien cómo identificar si lo perseguían y a aquellas alturas ya no creía en la casualidad.—¿Estás seguro de que es él? —Escuchó la voz del detective Norton el altavoz del celular.—El auto tiene los cristales entintados, pero estoy seguro de que es Jason —dijo Connor.—Esto no me gusta, Sheffield. Dios sabe que te respeto pero no entiendo cómo pudiste convencer al asesor del caso para que te dejara hacer esta locura.—Porque sabe que no tenemos alternativa —aseguró Connor—. Vanderville no se irá pacíficamente mientras exista una amenaza sob
Connor esperaba que aquello funcionara. Aquella pared impenetrable que podía haber sido la relación entre Jason y Vanderville, iba a desmoronarse poco a poco ahora que estaba pesando sobre ellos el fantasma de la justicia.La cárcel era un hecho desagradable incluso para los que sabían que estaban bajo su contante amenaza.—¿Crees que se lo tragará? ¿Que Vanderville lo entregó? —preguntó Jacob.—Eso espero. Vanderville es un zorro viejo y no tiene honor —contestó Connor—. Ya viste lo que le hizo a Ordaz.—Eso lo hizo Jason… como sea que lo haya hecho —intervino Jackson.—Lo sé, pero te apuesto a que Jason jamás ha dado un solo paso sin contar con la aprobación de Vanderville —replicó Connor—. Estoy más que seguro de que aunque fue obra suya, Vanderville fue quien le dio la orden