Malía se quedó estática mirando al hombre que tenía en frente, vestido de traje y completamente seguro de sí mismo. Lo miró a los ojos, y después a aquella mano fuerte que extendía en su dirección… ¡y luego se descolgó el bolso que llevaba y le pegó con él!
—¿Se volvió loco? ¿¡Qué demonios está haciendo aquí!? —exclamó sorprendida.
Connor no pudo evitar sonreír mientras la veía tener un berrinche muy impropio de la dama que era.
—Esta es mi oficina. Voy a estar aquí por algún tiempo pero necesito ayuda —dijo dándole la vuelta al escritorio.
—Señor Sheffield… pensé que había quedado claro que yo no soy…
—No eres Baby. Lo sé —suspiró él empujando hacia ella una de las si
Connor miró alrededor, al pequeño y acogedor departamento que había rentado hacía dos días. Jamás había estado en un lugar tan chico, ni siquiera cuando era estudiante. Se sentía algo así como una casa de muñecas, en especial para un hombre de su tamaño, pero sin dudas era ideal para pasar desapercibido.Tenía un espacio abierto donde se dividían una sala, la cocinita, el comedor y algo que se parecía a un área de descanso con una terraza. Solo había dos habitaciones, Connor usaba una para dormir, y en la otra había puesto un escritorio con todo el trabajo que se llevaba a casa, había instalado una caja fuerte en uno de los closets y lo más importante lo guardaba ahí.La oficina la usaría solo para hablar con gente relacionada al caso, y para ponérselo difícil al que llegara, la había saturado de documen
Malía abrazó a Sam y se tranquilizó cuando lo sintió calmarse un poco.—¿Por qué no le damos un baño tibio? —le sugirió Connor—. Eso seguro hará que se sienta mejor.La muchacha asintió.—Sí, lo sé… me cansé de leer libros de bebés durante mi embarazo es solo que… —Puso los ojos en blanco.—¿Cuando el bebé realmente llora, te olvidas de todo lo que aprendiste? —sonrió Connor.—Sí, más o menos así —admitió ella—. Vamos a bañarlo entonces.Connor la siguió escaleras arriba, hasta la habitación de Sam, mientras una sensación extraña recorría su cuerpo.—¿Puedes sostenerlo por un momento? En lo que le preparo el baño —le preguntó Malía y Con
Decir que Connor no había descansado aquel día era poco. Salió de aquella casa con una mala sensación hormigueándole en las puntas de los dedos, y pasó el resto del día preocupado. Ni siquiera la noche de insomnio lograron hacerlo dormir.No sabía absolutamente nada de Alejandro Gaitán, pero sí sabía que el hombre lo conocía, y que quería a su mujer lo más lejos posible de él. Connor intentó ponerse en sus zapatos, después de todo si un hombre extraño hubiera estado rondando a su mujer y a su hijo, a él tampoco le hubiera gustado para nada.Pero por desgracia entenderlo era una cosa y remediarlo era otra muy diferente. No podía simplemente alejarse de Malía, era algo con lo que batallaba diariamente. Sabía que lo más sensato era alejarse de ella, pero parecía que en lugar de obedecer a su instinto, sus p
—¡Maldición! —Connor solo gruñó con frustración, pero hubiera podido gritarlo y aún así nadie lo hubiera escuchado por el ruido tan fuerte que había en aquel antro.El abogado quería creer que solo era un espejismo, que el hombre que estaba allí, besándose con una pelirroja como si el mundo estuviera a punto de acabarse, no era Alejandro Gaitán. Pero por desgracia su vista era perfecta y era precisamente Alejandro Gaitán quien estaba sentado en aquel reservado con una chica que definitivamente no era su esposa.A Connor le hirvió la sangre en las venas. Estaba lejos de ser un moralista, pero ¡diablos!, su esposa estaba en casa, su hijo había pasado enfermo toda la noche anterior. ¿Cómo podía haberlos dejado solos? ¿Y si Sam se enfermaba de nuevo? ¿Y si Malía necesitaba llevarlo al hospital.No pudo ev
Connor retrocedió, alegrándose en el fondo de tener a Sam en los brazos, porque así al menos no podía darse el lujo de desmayarse.La expresión de Malía estaba llena de una certeza mezclada con decepción que le atenazó el alma en un segundo, como si ella estuviera segura de que tarde o temprano él iba a decirle aquello.—Dilo —insistió Malía—. Di que te vas, que dejas toda la investigación tirada y que te largas.—¡No voy a dejarla tirada! Jackson puede venir y…—Claro, deja que otro arregle tus problemas, ¡siempre es más fácil! —siseó Malía.—Oye, créeme que no estoy feliz por irme, pero tu hermana tiene razón. ¡Puedo ponerte en peligro por esto! —replicó Connor.—¿Y tú me has escuchado quejarme? —bufó Mal
Alejandro Gaitán era casi de su tamaño, de cabello castaño oscuro y piel morena. Ese día había cambiado el acostumbrado traje por una chaqueta de cuero, y parecía muy dispuesto a perder la diplomacia que lo había caracterizado hasta ese momento.—Te preguntaría por qué demonios un abogado como tú frecuenta tanto este maldito museo —gruñó sin siquiera saludarlo—, pero los dos sabemos muy bien a qué vienes. ¿O no?Connor lo miró de arriba abajo y luego se metió las manos en los bolsillos. Había conocido a muchos hombres como él durante su carrera. Hombres que creían que podían tener más de una vida, hasta que descubrían que la única que realmente valía la pena (y la que menos solían valorar) era amenazada.—¿Me lo estás diciendo, me lo estás pregun
Connor la vio apretarse los brazos con un gesto de incomodidad, pero no soportaba que se quedara callada.—Malía… ¡respóndeme!—No creo que sea el momento ni el lugar para tener esta conversación —dijo ella con seriedad y él asintió.—Tienes toda la razón. ¡Vamos!La tomó de la mano y la arrastró hacia la salida.—Espera… ¿qué…?—¿Dónde está Sam? —preguntó él deteniéndose de repente y Malía abrió mucho los ojos tratando de soltarse de su agarre—. Solo quiero saber que está bien cuidado.—¡Por supuesto que está bien cuidado! Está con Talía…—¡Perfecto, entonces vamos!—¡Yo no voy a ir contigo a ningún lado…!Connor se giró
Connor se permitió mirarla por un instante. Tenía los ojos cerrados y parecía cansada, como si el peso de toda la responsabilidad que tenía hubiera conseguido por fin agotarla. Se veía hermosa así, incluso parecía más joven, más inocente… Sintió una extraña electricidad recorriendo su cuerpo, y cedió a la tentación de acariciar su rostro. Tenía las mejillas suaves y la piel delicada, una naricita pequeña y una boca…No encontró la palabra. En el mismo segundo en que sus dedos le rozaron los labios, Malía abrió los ojos. Se quedó mirándolo por un segundo y Connor sintió como si todas las cosas malas del mundo de repente se pudieran olvidar solo porque ella estaba allí.Sabía que no debía hacerlo, pero últimamente había demasiadas cosas que no podía evitar, y las puntas d
BABYUn libro de Valeria AdamsBestseller del New York TimesNúmero uno en el ranking de ventas por catorce semanas.Al final del set de grabación, aquel anuncio aparecía y se desvanecía en la pantalla en grandes letras negras, junto a su foto y las últimas novelas de su serie.Valeria dejó de prestarle atención por un segundo a la chica que la maquillaba y cerró los ojos. Hacía un año y medio que se había sentado en aquella misma butaca, llena de esperanzas por su siguiente libro, y ahora llegaba aquel set con otro bestseller y el corazón roto.El director del programa dio la orden de grabar y Valeria forzó una sonrisa que le salió demasiado bien.—Valeria, ¡qué placer tenerte de nuevo con
Siete meses despuésBaby no pudo evitar sonreír ante la primera contracción.—¡Connooooor! —-gritó y lanzó una carcajada cuando lo vio derrapar sobre el suelo de la sala, mientras Sam hacía exactamente lo mismo detrás de él.—Mami ¿ya viene? —Sam y su padre habían estado las últimas semanas esperando aquel momento y preguntando cada cinco minutos.—¡Ya viene! —confirmó Baby respirando con dificultad.—¡Genial! ¡Voy a tener una hermanita! ¬—gritó Sam con alegría.—O hermanito ¬—lo reconvino su padre—. Todavía no sabemos qué será.En ninguna de las ecografías Connor y Baby habían querido saber el sexo del bebé, pero Sam no dejaba de insistir en que sería una hermanita.
Tres años después.La luna de miel en Venecia había sido perfecta, y Baby y Connor habían procurado alargarla durante los últimos tres años.Baby había terminado su licenciatura en Stanford hacía algunos meses, y ahora estaba allí, en la ceremonia de su graduación, mientras Connor la miraba orgulloso mientras cargaba a Sam.—Oye, ¿crees que a mamá le guste su regalo? —le preguntó Connor y su hijo se encogió de hombros haciendo una mueca de que no sabía.—A ella le gustan los libros —respondió como si eso fuera más que suficiente.—Tienes razón —suspiró Connor con confianza—. Le gustará.Baby bajó del escenario con su diploma en la mano, entusiasmada porque por fin después de todo el esfuerzo de llevar una casa, un matrimonio y un beb&e
—¡Sí…! ¡Sí!Era un Sí enorme, gigante, esperanzado. Era un Sí para dejar atrás todas las dudas que había sentido alguna vez.Connor se levantó y la levantó, abrazándola y haciéndola dar una vuelta en el aire.—Gracias, amor. ¡Te juro que no vas a arrepentirte!La besó suavemente, enredando la lengua con la suya, explorando cada centímetro del interior de su boca hasta que el calor comenzó a subir entre los dos. Acarició su espalda, sus manos bajaron, apretando sus nalgas, subiendo su vestido poco a poco hasta encontrarse con la piel desnuda y preciosa. Sus manos se deslizaron hasta el nacimiento de sus muslos y la levantó, haciendo que enredara las piernas alrededor de su cintura.—Connor… no podemos hacer esto… —gimió ella—. Estamos… cualquiera nos puede ver&hell
Baby miró alrededor del campus, mientras Connor se acercaba a ella empujando el cochecito donde dormía Sam. Corrió hacia ellos en cuanto los vio y se lanzó al cuello de Connor, que la levantó, besándola.—¡Entré! ¡Entré! —gritó sacudiendo aquel papel mientras reía emocionada.Connor la inclinó como si hubieran estado bailando y la besó sin importarle que hubiera gente mirando.—¡Sabía que lo conseguirías! —exclamó con certeza—. Eres la mujer más linda, más sexy, más inteligente y talentosa que he conocido, por eso me enamoré de ti.—¡Auch! ¡Tú quieres cariñitos esta noche! —lo acusó ella riéndose.—Eso también. Pero muéstramela, quiero verla.Baby le entregó la carta de aceptació
—¿Qué es lo que pasa?Aquellas eran palabras simples, pero entrañaban un significado peligroso y Baby lo sabía.—El fiscal me pidió que pasáramos por su oficina en la tarde —respondió Connor—. Dice que tiene que ver con tu identidad.Baby se puso tensa y él la alcanzó en un segundo. La estrechó en sus brazos y la besó con suavidad.—¡Hey! No creo que sea nada malo, y tú necesitas dejar de preocuparte de esa manera —la regañó—. Ya no estás sola, no estás desprotegida, y sea lo que sea que tengamos que tratar con el fiscal, lo resolveremos. ¿De acuerdo?La muchacha asintió, refugiándose en él y sintiendo por primera vez después de muchos años que todo por fin estaba en su justo lugar.—Lo siento, estoy nerviosa por todo.—Yo t
Nunca en toda su vida Connor había sentido una desesperación peor que aquella, y sabía que afuera de aquel lugar, toda la gente que lo quería se sentía igual, pero no podían entrar repartiendo balazos cuando el edificio estaba comprometido.Cuando el primer disparo hizo eco en el vacío, Connor supo que aquel sitio se convertiría en un infierno de un momento a otro. Se echó sobre Baby, cubriéndola con su cuerpo y rogando por que aquellos dos infelices se mataran el uno al otro antes de poder lastimarlos o hacer que uno de los balones de gas explotara… pero ese era un pensamiento demasiado ambicioso.El cuerpo de Vanderville fue el primero en tambalearse al ser impactado por una bala. Connor lo vio hacer una mueca como en cámara lenta y apretar el gatillo. Era terrible, pero era la oscura realidad que vivían y no podía terminar de otra manera.Se afanó sobre la
—Me está siguiendo.Connor no tuvo que mirar en el espejo retrovisor más de tres veces para darse cuenta de que el sedán plateado de cristales oscuros había doblado dos veces en las mismas esquinas que él. Jackson le había enseñado muy bien cómo identificar si lo perseguían y a aquellas alturas ya no creía en la casualidad.—¿Estás seguro de que es él? —Escuchó la voz del detective Norton el altavoz del celular.—El auto tiene los cristales entintados, pero estoy seguro de que es Jason —dijo Connor.—Esto no me gusta, Sheffield. Dios sabe que te respeto pero no entiendo cómo pudiste convencer al asesor del caso para que te dejara hacer esta locura.—Porque sabe que no tenemos alternativa —aseguró Connor—. Vanderville no se irá pacíficamente mientras exista una amenaza sob
Connor esperaba que aquello funcionara. Aquella pared impenetrable que podía haber sido la relación entre Jason y Vanderville, iba a desmoronarse poco a poco ahora que estaba pesando sobre ellos el fantasma de la justicia.La cárcel era un hecho desagradable incluso para los que sabían que estaban bajo su contante amenaza.—¿Crees que se lo tragará? ¿Que Vanderville lo entregó? —preguntó Jacob.—Eso espero. Vanderville es un zorro viejo y no tiene honor —contestó Connor—. Ya viste lo que le hizo a Ordaz.—Eso lo hizo Jason… como sea que lo haya hecho —intervino Jackson.—Lo sé, pero te apuesto a que Jason jamás ha dado un solo paso sin contar con la aprobación de Vanderville —replicó Connor—. Estoy más que seguro de que aunque fue obra suya, Vanderville fue quien le dio la orden